lunes, 25 de agosto de 2025

La Niñera: Capítulo 64

Dejó la tela a un lado y se fue a la cocina. Se puso una chaqueta de punto y las zapatillas. Tenía la mano en el pomo de la puerta, cuando de pronto se abrió y apareció Benjamín, con la cara llena de sangre por un corte que se había hecho en la ceja. Se agarró a ella.


—Paula, ven enseguida. Felipe se ha caído de un árbol.


Sin soltarla en ningún momento, tiró de Paula. Ella le agarró de la mano y se fue con él al bosque que había más allá del jardín. Al final se habían salido con la suya. ¿Por qué no hacían caso de lo que se les decía? Cuando llegaron al sitio, Benjamín se puso de rodillas al lado de su hermano. Ella, con el corazón en un puño, se puso también a su lado y le agarró la mano, para ver si tenía pulso. Estaba inmóvil y blanco como una sábana. Tenía un golpe en la sien. Ringo estaba a su lado, lamiéndole la cara. Le acarició la cabeza.


—No te preocupes, Ringo, se pondrá bien —le dijo al perro. 


A continuación, después de decirle a Benjamín que se quedara con su hermano, se fue a la casa a llamar a una ambulancia. Le dijo que se pusiera en la puerta, a esperar la ambulancia. Minutos más tarde escuchó la sirena y al poco tiempo apareció. Nunca antes había experimentado una alegría tan grande al ver una ambulancia.


—¿Qué ha pasado? —preguntó el enfermero que iba en el vehículo.


—Que se ha caído del árbol encima de mí —les dijo Benjamín—. Estaba intentando cazar una ardilla.


—¿Y tú estabas debajo?


Benjamín asintió con la cabeza.


—Entonces, los tendremos que llevar a los dos.


Los metieron a los dos niños en la ambulancia. Paula, después de encerrar a Ringo en la cocina, agarró su bolso y se metió también en la ambulancia. Ya tendría tiempo para llamar a Pedro cuando llegara alhospital. Lo más importante era llevar allí a Felipe. Puso el brazo en los hombros de Benjamín y lo abrazó, prometiéndose en silencio regañarle en condiciones cuando todo hubiera pasado. Por el momento, se limitó a abrazarlo y rezar, aparte de pensar en lo que iba a decir a Pedro. Cuando llamó estaba en una reunión y su perro guardián no quería interrumpirle. Paula recordó que la última vez que quiso hablar con él había dicho que los niños estaban en el hospital. Momentos más tarde se puso al teléfono.


—Está bien, Paula, tienes treinta segundos. ¿Qué ocurre esta vez? ¿Otro chollo de antigüedad? ¿O es que Ringo se ha comido las escaleras?


Paula tragó saliva.


—Pedro, lo siento —susurró—. Es que lo niños están de verdad en el hospital. A Felipe lo están atendiendo y a Benjamín le han dado puntos. Felipe está bien, creo, pero está inconsciente...


—¡Inconsciente!


Paula asintió. En ese momento, se dió cuenta de que no la veía.


—Sí —logró decir—. Pero creo que ya ha despertado...


—¿Dónde estás? —le preguntó, con un tono de voz incisivo.


Paula supo que estaría allí en pocos segundos.


—En el hospital.


—Voy para allá.


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