miércoles, 27 de agosto de 2025

La Niñera: Capítulo 70

No entendía nada. En un momento la estaba abrazando y tranquilizando y al siguiente la estaba mandando a casa, como si no quisiera verla más. Despertó a Benjamín, lo llevó a su habitación y, después, metió algo de ropa en una bolsa. Era mejor irse de allí cuanto antes.


—¿Te vas ya? —le preguntó, apoyado en el marco de la puerta.


—Sí. ¿Cuándo quieres que vuelva?


—¿El viernes por la mañana? Me tomaré la semana libre. Iré el viernes a la oficina, antes de salir de viaje.


—Muy bien —Paula evitó mirarlo.


Levantó la bolsa y se fue hacia la puerta. Pedro la detuvo, justo en el momento en que pasaba a su lado.


—No te sientas culpable —le dijo, con voz suave.


—Dale recuerdos a Felipe —murmuró ella, pasando a su lado y bajando las escaleras. 




Ringo la siguió. Se fue a casa, se echó en los brazos de su madre y le contó todo lo que le había pasado.


—¿No te das cuenta de que no es culpa tuya? —le preguntó su madre—. Cuando pienso en las cosas que han hecho tus hermanos, y que todavía hacen. No puedes estar en todos los sitios y, si Pedro te pidió que decoraras el estudio, no puede echárteloahora en cara.


—Lo tendría que haber hecho cuando los niños hubieran estado dentro...


—Y también tendrían que haber obedecido. Poppy es una lección que tenéis que aprender todos. Por suerte, no ha pasado nada.


A excepción de la relación con Pedro, pensó Paula, pero no se lo dijo a su madre.


—¿Por qué no me habré dedicado a otra cosa? — murmuró.


Su madre se echó a reír y le dio un abrazo. Paula se fue a ver a Copito, que ya estaba bastante crecido. Estuvo recorriendo el granero y recordando los besos que Pedro le dió allí, entre los animales. Esa misma noche había vuelto a besarla en casa de sus padres, y de no haber estado allí, no sabía lo que podrían haber hecho.



Los días transcurrieron con lentitud. Llegó el viernes por la mañana. Llegó a la casa a las nueve y entró por la puerta de atrás, con Ringo a sus talones. Encontró a Pedro en el vestíbulo, saliendo de la biblioteca para saludarla. Paula no pudo verle los ojos, porque la luz del sol se lo impedía. 


—Hola —le saludó—. ¿Dónde están los niños?


—Los he llevado al colegio. El médico dice que están muy bien —le informó.


Las dudas de Paula resurgieron de nuevo. A lo mejor los había llevado al colegio para que no estuvieran delante, cuando le dijera que tenía que irse. A lo mejor quería que hiciera las maletas y se marchara antes de que volvieran...


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