—Hubo un tiempo en el que no me rechazabas — le recordó.
—Eso fue hace años, Gabriela, antes de que conociera a Silvana. La cosa no funcionó. Ahora somos polos opuestos. Yo tengo a los niños...
—Y a Paula.
— Y a Paula —le dijo, confiando en que fuera verdad.
—¿La quieres?
—Sí, pero ella nada tiene que ver con lo nuestro. Nuestra relación se acabó hace años, Gabriela, antes de conocer a Silvana. El matrimonio me ha cambiado y perder a Clare mucho más. Incluso aunque no hubiera conocido a Paula, entre tú y yo no puede haber nada, Gabriela. Yo te respeto, te admiro y te quiero, pero no estoy enamorado, y no quiero pasar el resto de mi vida contigo. Lo siento.
—¿Y quieres pasar el resto de tu vida con Paula?
—Sí —le respondió él, dándose cuenta de que eso era lo que precisamente quería. Y lo único que le quedaba por hacer era convencerla a ella...
—Entonces, lo mejor es que te vayas a su lado.
—¿Y la reunión de mañana?
Gabriela sonrió.
—Eso era una excusa para tenerte a mi lado el fin de semana. Puedo ocuparme yo sola.
—De eso estoy seguro —le quitó el bolígrafo de las manos, lo dejó en la mesa y la miró a los ojos—. ¿Qué te parece si te encargas tú de dirigir la empresa en Birmingham?
—¿Lo dices en serio?
Pedro asintió.
—Estoy seguro de que lo puedes hacer tan bien como yo o mejor. Yo no tengo la suficiente energía mental como para levantar otra empresa. Quiero otras cosas en mi vida.
—¿Estás seguro de quererme dejar todo esto? —le preguntó, recorriendo con la mano las oficinas.
—Si tú quieres.
—Me encantaría. De hecho, ya tengo algunas ideas... — levantó su portafolios, pero Pedro le sujetó las manos.
—En otro momento. Ahora tengo algo importante que hacer. Ven el lunes a mi despacho y hablaremos tranquilamente.
Ella sonrió. Desde hacía años no la había visto tan feliz. Pedro se dió cuenta de que en realidad no lo quería. Lo que la movía era superar un desafío. Se sintió un poco mejor. Le dió un beso.
—Buena suerte —le dijo ella.
—Gracias, la voy a necesitar.
Pedro tomó su maletín y se fue hacia el ascensor. Demasiado lento para él. Bajó las escaleras de tres en tres. Se montó en el coche y en un tiempo récord llegó a la autopista. Tomó la carretera que iba al pueblo de los padres de Paula y estacionó el coche a una cierta distancia.
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