lunes, 15 de septiembre de 2025

Eres Para Mí: Capítulo 22

Federico carraspeó con fuerza. Pedro no tenía ni idea de lo que estaba pasando.


—¿Te refieres a una persona?


—A un gatito —contestó ella alegremente—. Un gatito gris, de pelo suave y ojos marrones que provoca el caos. Le gusta escaparse del cuarto de baño, cuando está encerrado, y se dedica a tirar jarrones y a esconderse detrás de las cortinas.


—¿Tienes un gato en casa? —preguntó Pedro a su hermano.


—No ha sido idea mía.


—¿Tiene mi sobrina un gato? ¿Lo has dejado salir del cuarto de baño?


—No quiero hablar de eso —Federico hizo una mueca y se pasó la mano por el rostro.


—¿Tiene nombre el gato?


—Fluffy.


—Lo siento, pero no te he oído porque te has tapado la boca con la mano. ¿Me lo repites?


—Fluffy.


—¿Tiene apellido? ¿Fluffy Alfonso? ¿Fluffy Woo?


—No —contestó Federico, que parecía muy molesto con el giro que había tomado la conversación—. Fluffy Wuffy.


Paula, que llevaba unos vaqueros y una camiseta negros y el cabello recogido en una cola de caballo, perseguía al animal. Se movía con la gracia de una bailarina, tal vez lo fuera cuando no limpiaba casas. Tenía el cuello largo y las manos delicadas. Separó las cortinas y agarró una bolita que maulló en señal de protesta.


—Deja de quejarte —murmuró.


Y su voz volvió a resultarle conocida a Pedro. Era de aquella zona. Y la mujer que lo había encontrado durante la tormenta de arena y lo había protegido en una tienda de campaña era de por allí.


—¿Qué coche tienes? —le preguntó, mientras ella apretaba al gatito contra el pecho y se dirigía a la puerta.


—No tengo coche. He venido con Rosa. Perdona. Me alegro de verte, pero debo volver a encerrar al monstruo.


—¿Estarás por aquí después? —no quería que se fuera. 


Estuvo a punto de decirle: «Quédate, no te vayas».


—No lo sé —contestó ella volviéndose hacia él. Estaba lo bastante cerca para que se diera cuenta de que tenía los ojos castaños—. Espero que encuentres a tu hermana.


Se fue y él esperó hasta que dejó de oír sus pasos.


—¿De qué color tiene el cabello? —preguntó a Federico.


—Castaño —su hermano estaba acostumbrado a describirle lo que Pedro no veía bien.


—¿Y los ojos?


—Castaños. ¿Por qué?


—Simple curiosidad.

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