viernes, 19 de septiembre de 2025

Eres Para Mí: Capítulo 32

 —El diecinueve.


—¿A qué hora?


—A las cuatro. ¿Quieres saber dónde?


—¿Quieres que te dé un beso para desearte suerte?


—Mejor no. Podríamos pasarnos aquí toda la noche —estaba nerviosa porque había creído que un beso bastaría para que él abandonara su objetivo. Ella no tenía nada que pudiera desear un hombre como él. Sentía curiosidad por la mujer que lo había mantenido con vida, eso era todo. Y ahora que la había encontrado, su interés desaparecería rápidamente—. Me alegro de que te hayas recuperado.


—Hasta pronto, Paula —dijo él sonriendo.


—Ya veremos —no formaba parte de su mundo. Si quería volver a verla, tendría que bajar al suyo—. Tengo que trabajar.


Paula escribió una respuesta que sabía que no era la correcta y dejó el bolígrafo al sonar el timbre. El examen había consistido en clasificar plantas vivas, y aunque algunas le resultaban familiares, otras solo las había visto fotografiadas o dibujadas. Recogió las hojas del examen, comprobó que había escrito el nombre en todas ellas y se las entregó al supervisor. Tal vez aprobara por los pelos. Si no lo hacía, tampoco se acabaría el mundo. Repetiría el curso. Salió del aula con la esperanza de que el aire fresco y el sol de la tarde la ayudaran a disipar los malos pensamientos. Mariana, su compañera en la clasificación de plantas, se le acercó.


—¿Cómo te ha ido?


—No lo sé.


—Unos cuantos vamos al bar del campus. ¿Quieres venir?


A diferencia de Paula, Mariana vivía en el campus. Tenía compañeros de estudio, tutores y amigos a los que recurrir. La habían emparejado con Paula en las prácticas de dos asignaturas porque se apellidaba Chamorro. Se esforzaba en que Paula se sintiera parte de su grupo de estudio y de amigos, pero no tenía la culpa de que esta careciera de habilidades sociales.


—Gracias por la invitación, pero voy a lamerme las heridas en privado.


—¿Estás segura? —bajaron las escaleras juntas y se separaron al dividirse el sendero que iba hacia el aparcamiento, por un lado, y hacia la facultad, por el otro—. Si has aprobado las demás asignaturas con buenas notas, pero te suspenden en esta, puedes pedir una revisión de examen. ¿De verdad que no quieres venir?


—Sí, además soy mayor para tí y tus amigos.


—¡Solo eres dos años mayor que yo!


—Pero no voy a ir a beber con vosotros. Nos llamamos, ¿De acuerdo?


—Sí —Mariana le sonrió y la abrazó—. Tengo tu número. No desaparezcas.


—Te prometo que te llamaré. Que lo pases bien.


Paula no quiso decirle que se reservaba para después. Era una posibilidad remota. La promesa de un beso y un «Hasta pronto». Un cuento de hadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario