viernes, 5 de septiembre de 2025

Eres Para Mí: Capítulo 3

Rosa era el ama de llaves de Jeddah Creek. También trabajaba en otras dos granjas de la zona, el desértico y remoto interior de Australia. Se pasaba por cada una cada dos semanas.


—Pilota con cuidado.


Pedro asintió mientras metía el portátil en la cartera. Llevaba pilotando helicópteros desde la adolescencia, y diseñándolos y construyéndolos desde los veintitantos. El helicóptero que lo esperaba tenía un motor revolucionario y doblaba la autonomía de vuelo de sus competidores.


—Siempre lo hago.



Veinte minutos después, tras una rápida revisión de la seguridad del aparato y de haberse comido dos magdalenas, Pedro se dirigió al norte. No había más pasajeros. Estaba solo y más contento de lo que había estado en mucho tiempo. Federico llevaba una vida recluida, lo que implicaba que él tenía que trabajar por los dos en las diversas empresas propiedad de ambos. Era el hermano sociable al que todos podían dirigirse sin temor. Nadie, ni siquiera Federico, sabía cuánto odiaba el escrutinio constante al que se veía sometido las veinticuatro horas del día ni que la fachada de playboy frívolo que se había construido comenzaba a pesarle, sobre todo porque, tras años de ocultar sus sentimientos a todo el mundo, ya no sabía cómo manifestarlos. Los movimientos de sus empresas de ingeniería eran examinados por el mercado, por otras empresas de energías renovables y por un número cada vez mayor de grupos de presión. Los mercados subían y bajaban influenciados por sus palabras, lo cual le bastaba para desear volver a los buenos tiempos, cuando tenía diecisiete años, estaba solo y se ocupaba del ganado de la granja. Sus padres acababan de morir y su hermano estaba en la cárcel por haber matado a un hombre. En efecto, qué buenos tiempos. Cuando su hermano salió de la cárcel, no había ningún adulto que se ocupara de ellos, por lo que compraron grandes extensiones de terreno en la región de Channel Country y se dedicaron a convertirlas en una reserva natural. No hubo nadie que impidiera a Pedro invertir mucho dinero en la investigación de energías renovables y de prototipos de motores aéreos que funcionaran con dicha energía; ni nadie que le advirtiera que grandes cantidades de dinero y poder y una importante posición social atraían más dinero, poder y responsabilidades, se estuviera o no preparado para afrontarlas. Pero ambos estaban preparados. Se enorgullecía de lo que su hermano y él seguían logrando. Pero había días, y aquel era uno de ellos, que lo único que deseaba era verse rodeado por el azul del cielo y la tierra roja y los arbustos que veía debajo. Tras meses de duro trabajo, no había nada como estar en casa.


Dirigió el helicóptero hacia el norte prestando atención tanto a la dura belleza que lo rodeaba como al polvo que divisaba al oeste. Las tormentas de arena eran frecuentes, pero no era recomendable volar en medio de una. Si tenía que aterrizar, lo haría, aunque preferiría no tener que hacerlo y huir de ella. Aumentó la velocidad al máximo y notó una sensación de júbilo. Volar había sido su primer amor y seguía siéndolo, seguido del sexo. No lo comentaba, claro, pero seguía prefiriendo pilotar a tener relaciones sexuales.

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