lunes, 22 de septiembre de 2025

Eres Para Mí: Capítulo 36

Además, se había molestado en ir a esperarla. Ella le había dicho que le había gustado el tiempo que pasaron en la tienda porque se sintió útil. Y allí estaba él pidiéndole que lo llevara a casa y cediéndole el control. Nunca había visto una dinámica de relación como la que le ofrecía. ¿Se daba cuenta de la debilidad de sus defensas contra él?


—Lo haré, pero con una condición. No me vistas de gala ni me lleves a la ópera ni a bailar ni a un restaurante caro.


—Como quieras.


—¿Cómo has venido?


—En taxi.


—¿Y cómo sabías que esta era mi camioneta?


—Rosa me dijo que conducías una Toyota Hilux de treinta años. Y ésta tiene polvo rojo en los neumáticos. No ha sido difícil dar con ella.


—La puerta del copiloto esta abierta. Súbete.


—¿No la cierras con llave? —preguntó él agarrando el picaporte.


—¿Quién la querría? Además, las cerraduras llevan años sin funcionar. Tenemos que ir al taller más cercano. Casi he llegado tarde al examen porque no arrancaba. Creo que es la batería.


Había estacionado cuesta abajo y no había ningún coche delante. Tras dos intentos de arrancarla, la puso en punto muerto, soltó el freno de mano y dejó que se deslizara por la cuesta hasta poder ponerla en marcha. Metió segunda y se pusieron de camino.


—Buena chica —dijo ella dando palmaditas en el salpicadero.


—Qué interesante —murmuró él—. ¿También sabes conducir ganado o arreglar una alambrada?


—¿Eso te excita?


—Nunca me había excitado. Me resultaba interesante, pero no necesariamente un motivo para ir detrás de una mujer. Debes de ser tú.


Paula le agradeció su sinceridad, pero tenía la seguridad de que su interés por ella no duraría mucho. 


-¿Sabes lo que voy a hacer? Para ahorrarnos muchos problemas, voy a enseñarte cómo soy en realidad.


—Me muero de ganas. ¿Cómo, si no, vamos a conocernos? ¿Qué planes tenías para esta tarde, antes de mi llegada?


—Ir al taller. Si solo se trataba de comprar una batería nueva, pensaba irme a casa, comprar comida tailandesa para llevar en el restaurante de mi calle, poner música y abrirme una cerveza. Así soy yo — como miraba la carretera, no pudo ver la reacción de él ante su gran noche de celebración—. Puede que hubiera cantado y hubiera brindado por haber llevado a cabo mi plan de estudios. Si quieres, puedes formar parte de la celebración. No me aferro al plan de ser Cenicienta.


—Se me ocurre una idea mejor.

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