lunes, 15 de septiembre de 2025

Eres Para Mí: Capítulo 23

Una vez solucionado el tema de los discursos, Pedro apuró el whisky, dejó a su hermano y se dirigió a la cocina en busca de Rosa. El ama de llaves había sido un pilar durante toda su infancia y estaba seguro de que lo recibiría con los brazos abiertos, aunque lo miró con dureza y le habló en tono seco.


—Estás muy delgado.


—Te prometo que estoy intentando solucionarlo. Voy al fisioterapeuta tres veces por semana para fortalecerme la pierna y me tomo una batidos proteínicos asquerosos para desayunar, además de los tres platos habituales.


—Tres tazas de café solo no son un desayuno de tres platos —Rosa lo conocía bien.


—De todos modos, he aumentado el consumo de calorías, por orden del médico, y me siento más fuerte —había tenido la gran suerte de sobrevivir.


—¿Y la vista?


—Estupendamente —nadie quería oír que con un ojo veía borroso y que en el otro le había disminuido la visión periférica; ni que sufría constantes dolores de cabeza, su equilibrio era inestable y tenía escasas posibilidades de volver a pilotar un helicóptero.


—Me acabo de encontrar con Paula en la biblioteca. No la he reconocido hasta que me ha dicho quién era.


—¿Ha encontrado el gato?


—¿Fluffy Wuffy? Sí, y ahora va de nuevo camino de la cárcel.


—Es buena chica. Es la primera de la familia que va a sacarse un título. Y eso que no es que se le dé bien estudiar, sino que no se da por vencida.


—Una cualidad admirable. ¿Qué estudia?


—Jardinería paisajista y horticultura, lo cual le viene bien, ya que le gusta estar al aire libre.


Todo lo que Rosa le estaba contando encajaba con su misteriosa salvadora.


—De eso me acuerdo.


—Dentro de dos semanas hará los dos últimos exámenes y después se marchará a Cairns a trabajar.


—¿En qué?


—En un vivero propiedad de una empresa de paisajismo.


—¿Puede hacer carrera?


—Pregúntaselo —contestó Rosa al ver que Paula entraba en la cocina y se detenía bruscamente al ver a Pedro.


—¿Que me pregunte qué?


—Sobre tu nuevo trabajo. Rosa me ha hablado de lo que estudias. Y me he acordado de que necesito una paisajista para las zonas que rodean las cabañas ecológicas. Hay quince, en grupos de dos o tres, esparcidas por Jeddah Creek —era cierto, pero el trabajo se lo acababa de inventar.


—Aún no estoy preparada para ser empresaria —dijo ella, incómoda.


—¿Tu objetivo a largo plazo es ser tu propia jefa? 


Ella asintió.


—Quiere tener un vivero y cultivar plantas raras —comentó Rosa—. Díselo. Me has hablado de ello de camino aquí.



—Hablaba por hablar —dijo ella palideciendo.

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