viernes, 12 de septiembre de 2025

Eres Para Mí: Capítulo 20

 -Hazlo —dijo Federico, como si su palabra fuera ley. 


Y sí, era el mayor y estaba en su casa, en tanto que Pedro era simplemente un invitado, pero, ¡Por favor!… Pedro había cumplido treinta años. A los veinticinco se había convertido en multimillonario, debido a su incansable investigación en la fabricación de aviones movidos por energía solar. No le causaba problema alguno cuestionar la autoridad de su hermano. Se acercó a la chimenea, que estaba apagada, y se apoyó en la repisa para no mostrar cuánto le dolía la pierna. Federico se preocuparía más de lo habitual. Aceptó el vaso de whisky que su hermano le tendió y se lo llevó a los labios antes de retomar la discusión.


—Tú eres el que tienes el título —afirmó con placer, porque el título suponía graves responsabilidades—. Eres el cabeza de familia. Tienes que hacerlo tú.


Era la tarde del duodécimo baile anual de la granja de Jeddah Creek y la gente ya estaba llegando y acampando en los prados cercanos a la casa. Una empresa de catering se había hecho cargo del comedor y la cocina que solían utilizar los empleados, y un extremo de salón del baile se estaba convirtiendo en un bar con un surtido de bebidas que sería la envidia de cualquier hotel de una gran ciudad. Hacía meses que todo estaba preparado hasta el último detalle, salvo el de quién daría el discurso de bienvenida y revelaría un secreto familiar que llevaba años oculto.


—Si lo anuncio yo, esa persona no se dará a conocer. Creerá que la voy a asesinar.


—No digas tonterías. Eso pasó hace años —suponiendo que su hermano fuera verdaderamente el responsable de la muerte de un hombre—. Además, fue en defensa propia.


—Lo que está claro es que eres más accesible que yo. Y la gente quiere verte en acción, después del accidente. Quiere saber que vuelves a estar activo.


—¿Acaso no estoy aquí? —Pedro comenzaba a perder terreno—. Lo único que debes decir es que nos hemos enterado de que tenemos una hermanastra y queremos conocerla. Es muy sencillo.


Algo cayó al suelo y ambos se volvieron en dirección al sonido. ¿Había alguien más en la biblioteca? Pedro no vió a nadie, aunque no veía bien con poca luz ni tampoco con un exceso de la misma. Pero a aquella parte de la casa no les estaba permitido acceder a los empleados de la empresa de catering ni a los músicos. Y los invitados especiales aún no habían llegado.

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