lunes, 14 de julio de 2025

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 56

 —Vaya, chicos, parece que no necesitan mi ayuda.


Pedro se volvió con una sonrisa, que se esfumó en cuanto vió a su acompañante. Horacio se acercó a saludarla y Federico hizo lo mismo.


—Siempre me alegro de verte —dijo el mayor de los Alfonso.


—Gracias, Horacio —ella sonrió—. Horacio, te presento a un amigo de mi padre. Rafael Lawton, te presento a Horacio Alfonso y a sus hijos Federico y Pedro. Él es C. J.


—Encantado de conocerlos a todos.


—¿De qué conoces al senador? —preguntó Horacio.


—Le he hecho algunos trabajos a lo largo de los años — contestó Rafael mirando al niño—. ¿A qué corresponden las letras C. J.?


—Es C. J. y nada más —contestó el niño con el ceño fruncido.


—Seguro que queréis descansar un rato —intervino Paula—. ¿Les traigo unas bebidas?


Paula fue a la cocina y no le extrañó que Pedro la siguiera.


—¿Quién es ese hombre?


Ella lo miró por encima del hombro mientras abría la enorme nevera.


—Quien ha dicho ser. Trabajó para mi padre. Es un detective privado.


—Vaya, ¿Cómo lo has encontrado tan deprisa? —preguntó él—. Ya has empezado a buscar, ¿No?


—No. Esta mañana hablé con mi padre y me enteré de que ya había empezado a buscar por su cuenta. ¿No es lo mejor?


—No si someten a C. J. a otro tercer grado.


—Rafael es un profesional y puede hacerlo discretamente.


—Mejor, porque C. J. es un niño bastante astuto.


¿Por qué estaba tan enfadado con ella?


—Lo sé y ya le he avisado.


—Como si fuese a servir de algo.


—Estoy segura de que conseguirá información.


—Confías mucho en ese Rafael tuyo…


—No es mi Rafael —replicó ella—. Solo confío en que mi padre haya contratado al mejor.


Pedro se quedó en silencio.


—¿No dices nada?


Él esbozó esa sonrisa tan peculiar de los Alfonso.


—Te lo diré más tarde.


Pedro tomó algunas bebidas y Paula no tuvo más remedio que seguirlo. Ese hombre la sacaba de quicio. Afortunadamente, ya no quedaba mucho tiempo para estar juntos, tenía que seguir con su vida. Dos horas después, terminaron de pintar y Federico, después de que todos se asearan, se ofreció a llevar a C. J. a su casa para que cenara con la familia. Como ya había hecho la tarea, le dieron permiso, pero tenía que estar en casa de Paula a las nueve. También le dieron un poco de tiempo para que viera al ternero después de la cena. Así, Rafael podría seguir buscando pistas sobre el pasado del niño. Paula estacionó delante de su casa, Pedro lo hizo a su lado y luego llegó el detective. Rafael iba a repasar las cosas personales de C. J., aunque no estaba segura de que estuviera bien indagar en la vida privada del niño. Lo único que la convencía era pensar que su madre podría estar en algún sitio padeciendo por la desaparición de su hijo y lo único que había reconocido el niño era que había llegado de un pueblo con el nombre de una canción; a la única que reaccionó un poco más fue a Amarillo by Morning.

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