viernes, 11 de julio de 2025

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 54

 —Sí. Como diría mi padre, el chico empieza a confiar en nosotros.


Ella sonrió, pero no pudo evitar pensar en el porvenir.


—¿Has pensado qué vas a hacer si no encontramos a alguien que se haga cargo de él?


—¿Por qué? —preguntó Pedro con el ceño fruncido—. ¿Tienes prisa por librarte de él?


Paula se sintió dolida.


—No habría aceptado a C. J. si eso fuese verdad. Sin embargo, si C. J. tiene familia…


—¿Quién? ¿Una madre que lo abandonó?


—No sabemos si lo hizo.


—El niño dijo que no la había visto desde hacía mucho tiempo —insistió Pedro.


—Tiene nueve años. Es posible que no se acuerde de por qué se marchó o, a lo mejor, se marcharon ellos.


—Si está buscándolo, no lo hace con mucho ahínco.


—Vamos, Pedro, no lo sabes.


—Tampoco quiero que el niño se emocione pensando que va a encontrarlo.


—¿Es lo que te pasó a tí? —preguntó ella—. ¿Tu madre te prometió que volvería a por tí?


Paula vió el dolor reflejado en su rostro y supo que había ido demasiado lejos.


—Lo siento, Pedro.


Ella tendió la mano, pero él se apartó y se encogió de hombros sin mirarla.


—Es agua pasada. Creo que debería meterle prisa a C. J.


Paula no quiso que se marchara así y lo agarró del brazo.


—Por favor, déjame que me explique.


—¿Qué hay que explicar? Todo el mundo sabe que Ana Alfonso abandonó a su marido y a sus hijos. Mi situación es distinta a la de C. J. Yo tengo un padre y un hermano.


—Da igual el tiempo que haya pasado. El abandono de tu madre fue doloroso. Eras un niño pequeño, Pedro, como C. J. ahora.


Pedro se acordó de cuánto le asustaba que su padre también fuese a abandonarlos. Miró a Paula y lo sorprendió que tuviera los ojos empañados de lágrimas.


—Vamos… —susurró él.


—No puedo evitarlo —ella parpadeó—. Mi padre pasaba mucho tiempo fuera y también lo echaba de menos, pero sabía que volvería.


Pedro no podía soportar verla alterada y la abrazó.


—Ya está, Paula. Eso fue hace mucho tiempo.


Sin embargo, no era verdad. El rechazo estaba presente siempre. Además, las cosas no mejoraron cuando volvió a ocurrirle, hacía unos años, con Nadia. Juró que nunca volvería a meterse en una situación que le hiciera sentirse así. Hasta que Paula se presentó en su vida. Consiguió zafarse una vez, pero en ese momento, al tenerla abrazada, se dió cuenta de lo peligrosa que era para su corazón… Y de que tenía que resistir la tentación. La soltó.


—No te preocupes, Paula, las mujeres me prestan mucha atención. No te necesito para que hagas de madre.


Ella se puso rígida.


—Perdona, no perderé el dominio de mí misma.


Él volvió a mirarla a los ojos.


—Es lo que menos deseamos, ¿Verdad?


Ella se recompuso rápidamente y asintió con la cabeza.


—Volviendo a C. J., Pedro, piénsalo. ¿Qué pasaría si Cristian fuese quien se largó con el niño?


—¿Quieres decir que pudo secuestrarlo para quedárselo?


Ella asintió con la cabeza.

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