viernes, 23 de agosto de 2024

Otra Oportunidad: Capítulo 69

 —No lo entiendes… No puedo.


—Eres un cobarde —dijo Paula entonces.


Él lanzó un rugido mientras se liberaba del pantalón para enterrarse en ella. Agarró sus caderas con una mano, su pelo con la otra, y los castigó a los dos. Por necesitarse tanto, por el torbellino de sentimientos que aquello provocaba… Si pudiese abrir su pecho y arrancarse el corazón, lo haría. Pero no podía hacerlo y estaban perdidos en una tormenta de deseo. Cuando el deseo lo abrumó por completo se dejó ir y sintió que ella se derrumbaba, temblando, sus músculos internos latiendo alrededor de su miembro.


—Puede que ya no me quieras —murmuró—, pero me necesitas.


—No he dicho que no te quiera.


Pedro se apartó.


—Pero no me quieres.


—Sí te quiero —dijo ella, dando media vuelta. —Y estaba dispuesta a decírtelo, pero te he abierto mi corazón una y otra vez solo para que tú me rechaces. Para que digas que tú no sientes lo mismo que yo. Pero ahora veo que tengo que hacerlo, Pedro. Tengo que hacerlo, ¿No?


—Yo…


—Nadie me quiso a mí tampoco. Tú no tienes el monopolio del dolor o de los padres distantes y egoístas. La diferencia entre nosotros es que yo quiero amar y ser amada. Cuando desperté del coma y pensé que estábamos enamorados era como si todos mis sueños se hubiesen hecho realidad. Eso era lo único que importaba. No recordaba los pasos que habíamos dado para llegar allí y me daba igual. Lo único que me importaba era que nos queríamos. Todo lo demás, las desilusiones, el dolor de mi infancia, todo se podía ir al infierno. Te perdonaré por esto, perdonaré a mi madre, perdonaré al padre al que no conocí nunca. Me libraré de todo ese dolor porque no lo necesito, no sirve de nada. Me libraré de todo ese dolor para que no me impida amarte.


—Y a Olivia.


—Y a Olivia. Es mucho más fácil querer a un bebé que a un hombre adulto con cicatrices y traumas más profundos que los míos, pero si tengo que hacerlo, si tengo que abrir mi corazón y desangrarme por tí, lo haré. Porque te quiero, Pedro. Y quiero que tú me quieras.


—No puedo —dijo él.


—¿Por qué no?


—Porque es peligroso. ¿Tú sabes lo que es querer aprobación desesperadamente? ¿Sabes lo que es anhelar el cariño de la persona que te pega y no ser capaz de cambiar nada? ¿Tú sabes lo que es eso? Me gustaría que mis sentimientos hubiesen muerto el día que me separaron de mi madre. Eso habría sido mejor que soñar con el cariño de la persona cuyos puños me dejaban magullado.


—Pedro…


—Él era todo lo que tenía, y le quería. Quería ser como él. Hasta que por fin me robó ese cariño a golpes. Solo entonces dejé de quererle, dejé de sentir y no es fácil despertar un corazón al que has enseñado a permanecer muerto.


—Siento mucho que tu padre te hiciese tanto daño. Y es peor de lo que me pasó a mí, lo sé. Por eso estoy dispuesta a hacer esto otra vez, pero tienes que encontrarte conmigo en la mitad del camino, Pedro.


—No —dijo él.


Paula tomó su cara entre las manos.


—Tú quieres esto, pero sientes que estás al borde de un precipicio y te da miedo saltar. Te da miedo arriesgarte y lo entiendo. Pero solo tú y yo podemos arreglar esto, nadie va hacerlo por nosotros. A nadie le importa lo suficiente. Tú, con todo tu dinero y tu poder, podrías haber seguido roto para siempre y yo… Olivia me ha hecho abrir los ojos. Ella ha hecho que quiera ser mejor, pero eres tú quien hace que desee arriesgarme. Nuestra hija me da un propósito en la vida, pero yo quiero compartir esa vida contigo.

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