miércoles, 21 de agosto de 2024

Otra Oportunidad: Capítulo 64

 —No te conté nada porque tú dijiste que no querías tener hijos. Lo dejaste bien claro.


Pedro asintió con la cabeza.


—Sí, es verdad. No estoy enfadado contigo por eso.


Paula se preguntó si en realidad estaba enfadado consigo mismo.


—Era yo la que estaba enfadada y la que debería haberte dado un puñetazo en la nariz después de lo que pasó. No puedes enfadarte conmigo por lo que hice para sobrevivir, para seguir adelante.


—No, tienes razón.


Paula lo miró, preguntándose si había querido cambiar de tema porque se sentía incómodo. Daba igual, no iba a dejar que lo hiciese.


—Sabía que necesitaba estabilidad, amor, apoyo —siguió Paula. —Mi madre me llevaba de un sitio a otro, siempre resentida porque yo complicaba su vida. Y la razón por la que era virgen cuando nos conocimos es que yo no quería ser como ella. Pensé que era más lista que mi madre, pero entonces te conocí y lo tiré todo por la borda. Pero después de lo que pasó en Amalfi… Bueno, entonces supe que tenía que espabilar. Conseguí un trabajo en Inglaterra y decidí quedarme allí. No quería volver a Georgia para vivir como lo había hecho mi madre. Y tal vez solo era una sensación, pero pensé que todo iba a salir bien. Había alquilado una habitación muy bonita y tenía un trabajo que me gustaba. Me dedicaba a repartir productos de panadería cuando tuve el accidente.


—¿Recuerdas el accidente?


—No, por suerte no lo recuerdo. No sé si algún día lo recordaré y me asusta un poco, la verdad.


—Lo entiendo.


—En fin, tenía un plan cuando llegué a Inglaterra, pero creo que lo más importante no era el plan sino reconocer dónde había fallado mi madre y no dejar que sus errores influyesen en mi vida.


—Eres fuerte —dijo él. —Me alegro de que mi hija tenga una madre tan fuerte.


—¿Cómo fue tu infancia, Pedro?


—Una pesadilla —respondió él. —Mi padre me dejó a cargo de tutores y niñeras, pero no podían abrazarme o darme mimos. Él era un hombre violento y a veces descargaba en mí su furia, pero encontré formas de superarlo. Lo peor era saber que había tenido algo diferente durante los primeros años de mi vida y él me había arrebatado eso. El cariño de mi madre ya no era un recuerdo siquiera, solo una imagen en mi mente, una impresión más que un sentimiento. Así es como sobreviví, distanciándome de mis sentimientos.


—Pedro…


—No es una historia bonita, pero la tuya tampoco.


—No, la vida no es siempre bonita y yo quiero conocerte. Puedes contármelo, Pedro. No tienes que ahorrarte los detalles. Podré soportarlo, te lo aseguro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario