viernes, 2 de agosto de 2024

Otra Oportunidad: Capítulo 28

 —Apenas te veo durante el día —dijo Paula, apartando el pelo de su cara.


Era tan preciosa, tan delicada.


—Estaba buscándote.


—Bajamos aquí todos los días. A Olivia le encanta estar en el jardín.


—Pero no ha salido nunca de la finca, de eso quería hablar contigo —dijo Pedro. —Nuestra relación era privada, como lo era tu embarazo y, dadas las circunstancias, también lo ha sido el nacimiento de Olivia. Nadie sabe que son parte de mi vida.


—Porque tu familia es muy importante en Italia —dijo Paula.


Pedro asintió con la cabeza. En realidad, era uno de los hombres más ricos del mundo y los medios lo perseguían como si fuera una estrella de cine. Tal vez más porque era muy discreto y eso espoleaba la curiosidad de los paparazis.


—Habrá mucho interés por nuestro matrimonio y por nuestra hija.


—Sí, claro.


—Podría enviar un comunicado de prensa para decir que vamos a contraer matrimonio, pero tal vez sería mejor que nos viesen juntos.


—¿Nunca nos hicieron fotografías?


—No, fuimos muy discretos. Y no estuvimos en Roma sino en la Costa Amalfitana.


Pedro observó su expresión para ver si eso despertaba algún recuerdo. Esperaba que no fuera así.


—Ah, ya veo. ¿Yo era un secreto?


—Algo así.


Lo había sido, pero no porque quisiera ocultarla sino por lo que Paula le hacía sentir. Le daba igual pasearse con otras amantes, pero con ella se había sentido protector desde el principio y eso que había entre ellos no era algo que quisiera compartir con el público. No había querido compartirla con nadie. Esa noche, tras el entierro de su madre, le había mostrado una parte de sí mismo que nadie más conocía. Había dejado que lo viese a él, tal y como era en realidad. Había vuelto a levantar las barreras después de eso, pero sentía la necesidad de esconderla y mantener en secreto la debilidad que despertaba en él.


—¿Entonces qué es lo que propones?


—Que salgamos juntos, como una familia.


La sonrisa que iluminó su rostro fue como una detonación en su pecho.


—Eso me gustaría mucho.


—¿Crees que podrás hacerlo?


—Sí, claro. No recuerdo el año más importante de mi vida, pero estoy bien. De hecho, nunca me había sentido más feliz.


Pedro pensó en eso mientras se vestían para salir. Ella seguía viviendo en su casa, pero no compartían el dormitorio como lo habían hecho antes. Paula solía pasearse desnuda por su villa en Amalfi. Él despedía a los empleados para que pudiese tomar el sol frente a la piscina y cuando volvía a casa hacían el amor. Ella era todo lo que deseaba.

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