lunes, 19 de agosto de 2024

Otra Oportunidad: Capítulo 59

Él seguía desnudo, respirando con dificultad. Y, sin embargo, hablaba con tal frialdad que sería fácil creer que aquello no lo había afectado en absoluto. Y si no lo hubiese tenido en su interior unos minutos antes casi podría creerlo. Cuando volvió a su dormitorio, Paula se sentó sobre la cama y empezó a llorar. Porque había decidido dar el primer paso y ser fuerte, pero eso no significaba que no le rompiese el corazón. Aquello sería difícil. Sería una lucha. Pero al menos ahora lo sabía. Era su mujer y no porque Pedro lo hubiese querido sino por decisión propia. Y cómo fuese aquel matrimonio también sería su decisión.



Paula no había vuelto a su cama desde la noche de bodas. Habían pasado tres días y Pedro no podía pensar en otra cosa. Había sido una revelación. Había tenido que contenerse cuando lo que quería era envolverla entre sus brazos y tenerla a su lado durante toda la noche. Pero había algo temerario en ella, como si pudiese verla haciendo equilibrios sobre la hoja de un cuchillo, dispuesta a arriesgarse a todo y… Él no era un hombre que admitiese tener miedo, pero la temeridad de ella lo asustaba. Nunca había estado en una situación similar con otra mujer. Claro que no había ninguna mujer como ella. La experiencia hizo que se sintiera inquieto, algo poco habitual en él, pero era consciente de haber hecho muchas cosas raras desde que Paula Chaves apareció en su vida. Mientras compartían almuerzos y cenas la conversación era inevitable y ahora ella sabía cosas sobre él, sobre su pasado, sobre las cosas que hacía cada día. Porque había empezado a hacer preguntas y él no podía negarle una respuesta. Sobre su vida, sobre su madre, sobre sus negocios. En Camboya no había sido así. Él no le contaba nada y ella no intentaba sonsacarle, pero ahora lo hacía. Y podía sentirla enredándose en su vida, en su ser. Y hacía todo eso mientras tenía a Olivia en brazos. Se sentía protector con la niña, pero… Aún no la había tomado en brazos. Él no recordaba haber sido abrazado. Una noche, mientras iba por el pasillo, la oyó llorar en la habitación. Normalmente, Paula o las niñeras acudían inmediatamente cuando la niña lloraba, pero en ese momento no había nadie. Empujó la puerta y entró en la habitación, a oscuras. La vió llorar en su cuna y se quedó allí, viéndola llorar y sin poder hacer nada porque… Se había convencido a sí mismo de que su apego sería más dañino que su distancia. Olivia estaba llorando y él no podía hacer nada. Él había sido un niño solitario porque le habían negado el consuelo del abrazo de sus padres. Y allí estaba, haciendo exactamente lo mismo. Era un cobarde. Quería pensar que no tenía miedo de nada, pero no era verdad. Al contrario, el miedo se había apoderado de su vida y lo ahogaba. Miedo y desprecio hacia sí mismo.

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