miércoles, 21 de agosto de 2024

Otra Oportunidad: Capítulo 62

Y cuando se enterró en su precioso cuerpo se sintió electrizado. Encendido por dentro. Esa luz iluminaba las partes más oscuras de sí mismo, pero no podía salir corriendo porque Paula estaba allí, mirándolo, y no había forma de esconderse. Querría apartarse, pero no podía hacerlo porque ella estaba allí, sujetándolo, tan suave, oliendo a sol y a lluvia. Por fin, se dejó ir y el orgasmo lo dejó vacío. Se tumbó de espaldas, con la lluvia cayendo sobre su torso, y Paula lo cubrió con su cuerpo. Y él recordó entonces ese día en Camboya, bajo la lluvia. Recordaba su corazón desbocado de sentimientos… Los sentimientos con los que él intentaba no conectar. «¿Fue así o es algo que has inventado?». Pedro se sentó sobre la hierba.


—Deberíamos entrar en casa. Te vas a enfriar.


—¿Tú crees?


—Me temo que sí.


—Nunca tengo frío cuando estoy contigo.


Algo en sus ojos le decía que estaba mintiendo.


—No creo que lo digas en serio.


—Me gustaría decirlo en serio. A partir de ahora, me gustaría que fuese verdad.


Debió sentir frío cuando la rechazó en Amalfi y nunca podría perdonarse por ello, pero ahora quería… Quería su amor. Sabía que para eso tendría que cambiar, hacer las cosas de otra manera. Pero tenía que haber alguna forma de guardar lo que no podía compartir con ella… Porque había una parte de sí mismo que nunca podría compartir.


—Pide lo que quieras y te lo daré —le dijo. —Aunque sea la mitad de mi fortuna.


—No estoy interesada en tu fortuna —respondió Paula. —Me alegra disfrutar de ella, pero solo me interesa nuestra relación.


Él la tomó en brazos para llevarla al interior de la casa y, después de darse una ducha para entrar en calor, la llevó a la cama y le hizo el amor de nuevo sobre las sábanas de seda. Y pensó que aquello era más de lo que había soñado tener nunca. Quizá su corazón no curaría nunca. Pero tal vez ella podría ser su corazón. Hacerla feliz debería ser su misión, a ella y a su hija. Durmió pensando en eso, con ese consuelo. Podría estar roto para siempre, pero ella había sido capaz de reunir algunos pedazos de su humanidad y cuando se viese incapaz de seguir adelante, Paula sería su brújula. La abrazó durante toda la noche. Y, por primera vez, soñó con el futuro. Y no despreciaba lo que veía en ese sueño.

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