lunes, 12 de agosto de 2024

Otra Oportunidad: Capítulo 45

De repente, un profundo dolor se extendió por su pecho como un veneno. Había perdido a Pedro y durante un tiempo creyó haber perdido también al hijo que esperaba, pero unas semanas después un médico le había confirmado que el embarazo seguía adelante. Había pasado sola todo el embarazo.


—¿Qué me pasó? —le preguntó.


Su corazón latía con fuerza mientras miraba al hombre que se había convertido en un villano. Se había enamorado de él por segunda vez, sin saber quién era o lo que había hecho. Casi desearía volver a tener amnesia y no saber nada porque saber la verdad sobre él, sobre sí misma, era insoportable. Se había enamorado de aquel hombre por segunda vez, aunque algo dentro de ella debía haber sabido quién era en realidad.


—Te he contado la verdad, tuviste un accidente. Así fue como descubrí que seguías embarazada.


—Me alejaste de tu vida.


La expresión de Pedro se endureció.


—Tú te alejaste de mí.


Pero Paula podía verse a sí misma, sola en la enorme cama. Podía ver a los empleados de Pedro llevándola al coche… Un rechazo tan galante. Despedida en una limusina. Pero era él quien la había rechazado.


—Porque tú querías que me fuese. No me pusiste de patitas en la calle, pero dejaste claro que no querías saber nada de mí. Si no me hubiera ido, seguramente tú nunca habrías vuelto a la villa.


—Paula…


—No intentes reinventar la historia ahora que he recuperado la memoria —lo interrumpió ella. —Pero tienes razón, entonces quería marcharme porque no quería volver a verte en mi vida. Tú destruiste mis sueños después de haberlos creado y no hay nada más cruel que eso, Pedro. Y sabías que si recuperaba la memoria… Tú sabías que no querría volver a verte.


Si pudiese recordar qué había llevado a ese momento en la calle, bajo la lluvia. Pero era como si su cerebro hubiese cerrado una puerta, como si no quisiera saber.


—Vivía sola, lejos de tí. Lejos de tu rechazo. ¿Por qué fuiste tú el primero en tener a Olivia en brazos y no yo? ¿Por qué tú tienes recuerdos de su nacimiento cuando yo no los tengo? Tú no la querías…


Esa afirmación abrió la puerta de los recuerdos.


—No la querías —repitió. —Te dije que te amaba, que quería vivir contigo.


Se le encogió el corazón al recordar esa cena, una cena en la que había puesto todas sus esperanzas. Había soñado que Pedro la quería como lo quería ella, pero no era verdad. La había engañado de nuevo, había creado una fantasía aún más cruel porque la había hecho creer en él de nuevo. Y todo era mentira.

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