viernes, 24 de enero de 2025

Busco Prometida: Capítulo 59

 —Antes de conocerlo estaba convencido de que lo único que podría hacer en la vida sería sobrevivir, como estaba acostumbrado a hacer. Pero una vez ví lo que podía lograr, miré hacia delante.


Ahora Paula entendía el significado del tatuaje: Brotar desde algo muerto, florecer. Triunfar. Pedro había sobrevivido al maltrato, pero viendo lo disciplinado que era, viendo que nunca se permitía perder el control, ella sabía que aún no se había sanado. Que aún huía de aquella vida.


—¿Y este? —le preguntó acariciando los números que tenía en el pecho.


Pedro se quedó en silencio. Ella lo miró y vió que tenía los ojos cerrados.


—El cumpleaños de mi madre.


A Paula se le partió el alma al oír tanto dolor en esas palabras susurradas. Le besó la piel, número a número. Él le acariciaba el pelo.


—¿Cómo era? —preguntó Paula cuando se vio capaz de hablar sin que le temblara la voz de rabia, de dolor.


—Ana era… Era maravillosa. El tiempo que estuvimos los dos solos, era feliz, una mujer llena de vida. Todo el mundo la quería. Pero luego, según se le iban notando más los moretones, dejó de salir y de relacionarse con la gente. Poco a poco esa luz murió, pero ella seguía queriendo a ese hombre.


Paula lo abrazó con más fuerza.


—Y yo enseguida me dí cuenta de que, por mucho que mi madre me quisiera, no podía elegirme. Me protegió todo lo que pudo, pero creo que no fue demasiado valiente.


Porque una madre «Valiente» lo habría elegido a él y se habría ido de aquella casa. Ana debía de estar anulada para no verse capaz de marcharse.


Paula no podía ni imaginarse cuánto le habría afectado todo aquello a Pedro; saber que su madre no podía elegirlo, que él era demasiado pequeño o débil para protegerla por mucho que lo intentara. Se le partió el corazón. Por mucho que él dijera lo contrario, él no había seguido adelante con su vida. Porque, de haberlo hecho, tendría amor y una familia. Tendría más amigos aparte de Esteban.


—Fue culpa mía.


—¿El qué?


—Su muerte. El maltrato.


—¡No!


—Podría haber encontrado el dinero para el tratamiento de mi madre y haberle plantado cara a él antes. Cuando mi madre enfermó, yo ya había ideado mi invento, pero no hice nada. Podría haberlo vendido y habernos sacado de aquel infierno. Pero no hice nada. Estuve reservándolo para poder ganar mucho más dinero, y el precio que pagué fue la vida de mi madre. Por eso necesito que IRES tenga un éxito sin precedentes. Sacrifiqué a mi madre y necesito que esa pérdida signifique algo.

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