viernes, 31 de enero de 2025

Busco Prometida: Capítulo 72

Pedro seguía sin decir nada, pero Esteban tenía razón.


—Supe que era especial cuando los ví juntos. ¿Sabes que fue la primera vez que te ví sonreír? Por fin te veía feliz y fue gracias a ella. Pero mírate ahora. Eres una sombra fantasmal de lo que fuiste.


—La quiero —dijo por fin Pedro—. Pero no la merezco.


—Pedro…


—No me digas que no es verdad. Sí, tienes razón, ahora no soy feliz, pero no podía arrebatarle la felicidad para ser feliz yo.


—¿Te dijo que no era feliz?


—No hizo falta. Fallé a mi madre y no puedo hacerle lo mismo a ella.


La visita a Ricardo aún seguía fresca en su cabeza. Aunque no había vuelto a verlo, sus facturas médicas no dejaban de llegar y mantenían la herida abierta.


—Ví a Ricardo —dijo girándose hacia su amigo.


—¡Sabes muy bien que no debes escuchar lo que diga ese…!


—Él tenía razón —Pedro volvió a desviar la mirada—. ¿De qué me servía tanta inteligencia cuando no la usé para ayudar a mi madre? Fui un egoísta y no puedo arriesgarme a volver a serlo. Ricardo me crió y soy un monstruo como él. ¿Y si un día pierdo el control y me convierto en él? Los dos sabemos que llevo esa violencia dentro.


—Olvidas que te conozco. ¿Qué has hecho?


—Nada —respondió Pedro agachando la cabeza—. Se muere — añadió al momento—. Le falla el hígado. Le dije que le pagaría los gastos médicos y me marché.


—Pedro, siéntate.


Y Pedro obedeció a su mentor.


—Ahora vas a escucharme. Nada de lo que te acusó Ricardo es cierto. Intentaste proteger a tu madre, pero eso es cosa de adultos y tú eras un niño. Sé que te gusta asumir tus responsabilidades, pero no puedes responsabilizarte de los actos de todo el mundo. No es culpa tuya.


Pedro se frotó los ojos y siguió escuchando.


—Eres un buen hombre, mejor de lo que crees. Has ayudado a esa escoria. ¿Sabes lo fuerte que hay que ser para hacer algo así? ¿Y qué me dices de Paula? La ayudaste porque querías. Estoy seguro de que la habrías ayudado incluso sin el contrato de Arum de por medio.


«Sí, lo habría hecho».


—Has logrado muchas cosas, pero hasta ahora solo has estado sobreviviendo. Tienes que vivir, permitirte ser feliz. ¿No te dejaste llevar con Paula aunque fuera un poco?


—Sí.


—Ser feliz no es un crimen. Puedes ser implacable en los negocios, pero no en tu vida. No te prives de lo que te da felicidad por un miedo que no deberías arrastrar.


—La eché de mi lado. Dudo que quiera verme.


—¿Sabes que Crème tiene los mejores cannelés? —dijo Esteban sonriendo.


—¿La has visto? —preguntó Pedro con la respiración entrecortada.


—Sí. No te preocupes. No le he dicho nada. Solo he ido a ver cómo está.


—¿Y cómo está?


—Hundida. También te echa de menos.

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