miércoles, 29 de enero de 2025

Busco Prometida: Capítulo 67

A Paula se le saltaron las lágrimas y él le secó las mejillas con ternura. No sabía por qué lloraba. Estaba feliz. Más feliz que nunca. Sonrió. Esbozó una amplia sonrisa. Como si la luz del sol hubiera entrado en ella. Su rostro se iluminó como el sol dejándolo sin aliento. Qué preciosa era. Qué pura. Qué perfecta. «¿Qué haces, Pedro?», se preguntó. Y entonces supo que tenía que ponerle fin. No podía ser él quien apagara la luz de esos ojos, porque sabía que lo haría. Era oscuro, violento y estaba lleno de rabia, y ella no se merecía eso. Se merecía un buen hombre, por mucho que él no soportara la idea de verla con otro. Si de verdad la amaba, tenía que dejarla marchar para que encontrara una vida feliz y libre. Pero como era débil, tal como siempre le había dicho su padrastro, dejó que Paula lo besara una vez más. Una noche más. Se daría una noche más. Y así, se perdió en sus labios, en su aroma y en su dulce piel satinada una última vez.


Cuando Pedro se despertó, Paula estaba dormida y acurrucada a él. Su aroma lo envolvía. La amaba tanto que no podía respirar. Apenas había dormido. Los ratos en los que lo había hecho, había soñado con ella, y cuando había estado despierto, la había abrazado con fuerza, como si temiera que fuera a desaparecer en cualquier momento. La amaba y sabía que Paula lo amaba a él. Debería estar feliz por ello, pero se sentía destrozado. El amor no bastaba. No había servido para salvar a su madre, que tanto lo había querido, pero que no había podido elegirlo ni siquiera después de haber visto que Vincent le había roto un brazo. Todo ese amor no había servido de nada. Ricardo lo había llamado muchas cosas a lo largo de los años: Débil, egoísta… Y era verdad. De no serlo, no habría aceptado el afecto de Lily aun sabiendo que nunca podría haber nada entre los dos. La había utilizado aprovechándose de su desesperación por ser libre. Iba a ganar millones gracias a su acuerdo, y ella, a cambio, solo conseguiría la vida que de por sí merecía. Un oportunista, eso era lo que era. La había arrastrado a su oscuridad y ahora debía proteger su luz. Su madre ya no estaba, pero a Paula sí podía protegerla. Se alejaría de ella para que pudiera encontrar la felicidad sin él. Se le rompía el corazón solo de pensarlo, pero lo haría por ella. Haría lo que fuera por ella. La abrazó con fuerza en un intento de dejársela grabada en el alma. Siempre la llevaría ahí. Nunca habría otra mujer. Le besó la cabeza y se despidió en silencio antes de salir de la cama con cuidado de no despertarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario