Bajó las escaleras y lo encontró de pie en la terraza, con las manos en los bolsillos y mirando a un cielo no lo bastante oscuro como para dejar ver las estrellas. Era absoluta y arrebatadoramente bello. La postura de sus hombros y el gesto de su cara le permitieron ver su tristeza interior. Estaba segura de que había más, que él no le había contado toda la historia. A saber cuánto más había sufrido, qué le había desgarrado el alma. Se situó a su lado y la fresca brisa le puso la carne de gallina. Pedro se quitó la chaqueta del traje y se la echó sobre los hombros.
—¿Instalada?
—Todo lo que he podido.
Paula se apoyó en la barandilla y contempló la impresionante piscina infinita y el mar extendiéndose a continuación.
—Tienes una casa preciosa. Tan luminosa, tan despejada…
—Pareces sorprendida.
—Es que no me lo esperaba —respondió Paula. No había visto ni cortinas ni persianas en ninguna ventana—. Eres una persona muy celosa de tu intimidad y esto es muy abierto.
—Porque cuando has pasado toda tu vida en la oscuridad, lo único que ansías es la luz. ¿Qué tal el brazo?
—Ah, bien.
Paula casi se había olvidado de Javier, y eso que él era la razón por la que estaba allí.
—No se irá de rositas —dijo Pedro apoyándose también en la barandilla—. Me aseguraré de que pague por haberte hecho daño. Te he hecho una promesa.
A Paula la dejó impactada que quisiera protegerla a ultranza justo de la persona que podía darle lo que de verdad quería. Eso la hizo sentirse una prioridad, y no era algo a lo que estuviese acostumbrada.
—No. No hagas nada que pueda perjudicarte, y no me refiero solo al acuerdo con Arum —dijo con decisión y poniéndole la mano en el corazón—. Hay cosas más importantes.
Él primero la miró con ternura, pero entonces esa expresión se transformó en una mirada ardiente que se enfrió al instante. Después entró en casa y la dejó allí, sola y aturdida.
Cada vez sentía más por Pedro, sobre todo después de su cita en Crème. Pero tal vez había malinterpretado la situación. Tal vez, para él, lo que había pasado esa noche no había sido más que una reacción física. ¿Por qué le costaba tanto recordar que esa parte de su relación con él solo era una farsa? Paula estaba en la cama viendo cómo el cielo pasaba de un vacío negro a un amanecer azul y dorado. Aunque era muy temprano, se levantó y se puso la ropa de trabajo. No podía seguir metida en la habitación. Bajó a la cocina preguntándose cuándo lo vería y encontró una nota en la que él le decía que se había ido a una reunión y que volvería tarde. No le sentó muy bien. En lugar de dejarle una nota, podía habérselo dicho en persona la noche anterior o por la mañana, antes de irse. ¿Estaría evitándola?
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