viernes, 31 de enero de 2025

Busco Prometida: Capítulo 74

 —Pedro, ¿Qué haces aquí?


—Necesitaba verte, hablar contigo —respondió él con el corazón acelerado.


—Han pasado semanas. Creo que ya ha pasado el momento de hablar.


Paula fue hacia la puerta, la cerró y giró el cartel. Intentó pasar por delante de él, pero Pedro la detuvo agarrándole la muñeca.


—Por favor, escúchame antes de irte.


—Me dijiste que no me querías y que me marchara —dijo ella soltándose.


—Mentí. Tenía que hacerlo. Ya te dije que mentía bien, pero eso se acabó. Se acabó mentirme a mí, mentirte a tí y mentir al mundo. Te he querido desde el momento en que te ví.


Ella lo miraba con frialdad, ocultándole sus sentimientos.


—Vale. Dime lo que has venido a decir y luego márchate.


—Gracias.


Pedro respiró hondo.


—Había una vez un niño que solo conocía la oscuridad, la pena y el dolor. Le decían que era brillante, pero cada día tenía que luchar contra la misma oscuridad y eso acabó consumiéndolo. Como ya no sabía si seguía luchando contra la oscuridad o si la llevaba dentro, creció intentando superarse, ser mejor. Pero a cada día que pasaba, el odio y el dolor fueron creciendo, apagando la luz que le quedaba dentro y dejando solo oscuridad. Y él acabo creyendo que no merecía la luz.


Paula lo miraba con una mezcla de preocupación y compasión… Y ni un ápice de rabia. Al menos, no hacia él.


—Quería alejarte de mí porque quería salvarte de mi oscuridad. ¿Sabes por qué te llamo «Sol»?


Paula negó con la cabeza.


—Porque es justo lo que eres. Lo que siempre has sido. Mi sol. Traes luz a mi oscura vida, Paula. Me haces ver un camino que no podía ver en ese negro vacío en el que vivía.


—No estás lleno de oscuridad.


Él le acarició la mejilla esbozando una triste sonrisa.


—Sí que lo estoy. Mi vida fue un caos mientras crecí, por eso me gusta controlarlo todo. Pero tú traes orden a mi vida… Y a la vez el caos más maravilloso.


Paula dió un paso hacia él.


—Solo quería darte la oportunidad de vivir una vida feliz. Por eso el día que te dije que me aseguraría de que Javier pagara por haberte hecho daño, empecé a investigarlo.


—Te dije que no hicieras nada que pudiera perjudicarte.


—Lo sé. Por eso me guardé esa información hasta la mañana en la que supe que tenía que dejarte ir. Lo llamé y le dije que la usaría si IRES no conseguía el acuerdo con Arum.


—No había necesidad de que hicieras eso.


—Pensé que perdería el acuerdo, y aunque eso ya no me importaba, sabía que tú no me dejarías en la estacada. Teníamos un trato, así que el único modo de lograr que te marcharas era consiguiendo ese contrato. Hice lo que creí que tenía que hacer.


—Ojalá hubieras hablado conmigo primero. Después de ver a Ricardo, me culpé por haberte presionado, pero quería que zanjaras ese asunto.


—Y tenías razón.


—Ojalá pudieras verte bien —dijo ella con los ojos empañados—. Ojalá dejaras de castigarte y vivieras.


—Quiero hacerlo, quiero vivir en lugar de sobrevivir. Me das esperanza de ser un hombre mejor. Incluso un buen hombre. Te quiero, pero no sé cómo hacerlo.


—¿Me quieres?

No hay comentarios:

Publicar un comentario