lunes, 5 de mayo de 2025

Has Vuelto A Mí: Capítulo 9

Tenía razón, por más que a ella le pesara admitirlo. Si vivían bajo el mismo techo no perdería tanto tiempo en el desplazamiento y podría adelantar muchísimo el trabajo. Pero eso no significaba que tuviera que gustarle...


–Sabes que no me hace ninguna gracia, ¿Verdad?


–¿En serio? No me había dado cuenta.


Le dedicó su sonrisa más cautivadora y Paula apartó deliberadamente la mirada. Convivir con él durante una semana podría ser lo más sensato desde el punto de vista profesional, pero enfrentarse a su encanto a diario podría causarle serios estragos emocionales.


–¿Hay algo que pueda hacer para endulzar el trato?


Genial... Pedro no iba a escatimar su potencial seductor. Paula no pudo evitar fijarse en su boca, su apetitosa e irresistible boca, y sintió un hormigueo en los labios al recordar sus besos. Furiosa consigo misma, lo fulminó con la mirada que había intimidado al director de la residencia de su madre para conseguir otro aplazamiento de las cuotas.


–Sí, hay algo que podrías hacer para endulzar el trato –le respondió, y empujó hacia él un sobre con la punta del dedo–. Acepta mis nuevos honorarios. Tu secretaria no ha respondido a mis dos últimos e-mails y yo necesito cobrar.


La sonrisa de Pedro se desvaneció mientras agarraba el sobre.


–¿Tienes problemas económicos?


Si él supiera...


–No. Simplemente me gusta llevar las cuentas al día, y si mal no recuerdo a tí también.


Era cierto. El contrato con Torquay Tan había lanzado su negocio a la estratosfera y lo mantenía a flote. Si lo perdía... En aquel momento comprendió la gravedad de la situación. No podía contrariar a Pedro. Si quería asegurar aquella campaña promocional, por el bien de su empresa y para garantizar el cuidado de su madre, no le quedaba más remedio que aceptar las condiciones que él le impusiera.


–Vamos a dejar las cosas claras. Si te acompaño a Torquay, ¿Será mía la campaña promocional de la escuela de surf?


El gesto burlón de Pedro no sirvió para calmar sus nervios. Más bien al contrario.


–Es toda tuya, Pau.


No supo qué la alteraba más, si la entonación íntima y sensual con que pronunció su diminutivo o el brillo de deseo que ardió en sus ojos. Debería sentirse complacida, incluso exultante, por haber asegurado el mayor proyecto de su carrera. Pero, con el corazón desbocado, lo único que podía pensar era... ¿A qué precio?

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