lunes, 26 de mayo de 2025

Has Vuelto A Mí: Capítulo 39

Ella lo obedeció, pero ocurrió tal y como él había predicho y acabó remando de vuelta a la orilla. Dejó la tabla en la arena, se sentó y se contentó con observar a Pedro. Era bueno. Realmente bueno. Sus movimientos sobre la tabla eran precisos y perfectos, demostrando ser la estrella del surf que era. Podría haberse pasado horas observándolo, pero unos minutos después él volvió a la orilla y salió del agua con la tabla bajo el brazo. Por alguna razón inexplicable, Paula sintió el impulso de salir corriendo hacia él. Tal vez fuera por el consuelo que le había ofrecido la noche anterior, o quizá por la confesión que le había hecho horas antes, pero en cualquier caso necesitaba estar cerca de él. Y cuanto más cerca lo tenía, más fuerte era el deseo. Cuando él le sonrió, con el pelo chorreándole sobre su atractivo rostro, su corazón se retorció como uno de los elegantes movimientos que él había realizado en el agua. Lo deseaba. Lo deseaba desesperadamente, más allá de toda lógica, razón y prudencia.


–Tu mirada me recuerda a la del Lobo Feroz de Caperucita – dejó la tabla en la arena y se sentó junto a ella–. ¿Te ha impresionado mi actuación?


–Me impresionas tú –corrigió ella, poniéndole la mano sobre la suya.


Él la miró con ojos inquisidores, expectantes, y entonces ella hizo lo que debería haber hecho aquella mañana. Con los frenéticos latidos de su corazón ahogando el sonido de las olas, se inclinó hacia él y lo besó. Cuando Pedro hacía surf, lo hacía por él mismo. Por el incomparable placer que le reportaba, por la emoción sin par que le brindaban las competiciones, donde únicamente se concentraba en la diversión y nunca en sus rivales. Pero aquel día no. Aquel día había surfeado para impresionar a Paula. Y por el beso con se encontró al volver a la orilla, parecía haber funcionado. Y de qué manera... Si hubiera sabido que solo hacía falta pillar unas cuantas olas para conquistarla, se habría metido en el agua con su tabla nada más llegar a Torquay.


–Tienes una sonrisa de idiota –le dijo ella, dándole un codazo.


–No todos los días se recibe un beso así por hacer surf.


–Por favor... Siempre hay chicas en bikini que te besan cuando ganas un torneo.


–Son besos de felicitación –le recorrió el labio inferior con la punta del dedo–. No se pueden comparar al beso que tú me has dado...

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