lunes, 5 de mayo de 2025

Has Vuelto A Mí: Capítulo 7

Ella le lanzó una mirada asesina, como si pudiera leerle el pensamiento, y le indicó la silla frente a la mesa. La princesa de hielo por la que pretendía pasar era cada vez menos convincente.


–Lo que pasó entre nosotros no guarda la menor relación con nuestros negocios, de modo que no diré nada... Y menos después de cómo acabó todo –le clavó la mirada, desafiante, y él optó por no responder–. Cuando le ofrecí mis servicios a tu empresa no sabía quién era el dueño de la misma –pulsó distraídamente la barra espaciadora con el pulgar... Otro signo que delataba su aparente compostura–. Cuando empezamos a intercambiar e-mails, todo marchaba tan bien que no quise complicar las cosas.


–¿Complicarlas cómo?


Un ligero rubor coloreó sus mejillas. Sí, aquello se ponía más interesante por momentos.


–¿Qué quieres que te diga? El pasado siempre lo complica todo.


–Habla por tí –dijo él. Entrelazó las manos detrás de la cabeza y se regodeó con el conflicto de emociones que ardían en sus ojos. La mujer fogosa y visceral que él conocía comenzaba a dejarse ver–. Yo jamás permito que nada se interfiera en mis asuntos.


–Ya lo sé –murmuró ella, y él tuvo la decencia de mostrarse arrepentido.


Se había valido de su carrera como surfista profesional para acabar con la aventura de Capri. En su momento le pareció tan buena excusa como cualquier otra. Cualquier cosa antes que contarle laverdad sobre su familia.


–¿Va a ser esto un problema para tí? –le formuló la pregunta de manera clara y directa, temiendo recibir una respuesta afirmativa.


No se sentía contrariado por verla. Todo lo contrario. Además, iban a tener que pasar algún tiempo juntos en Torquay para poner en marcha la campaña promocional de la escuela de surf. Torquay... La boda de su hermano... Necesitaba una acompañante para presentarse ante su familia. Tenía ante él la solución a otro de sus problemas. Una auténtica chica de ciudad que le sirviera como parachoques en el próximo reencuentro familiar. Claro que, de momento, no le diría nada de eso a Paula. Necesitaba su experiencia para lanzar el negocio y no podía asustarla antes de tiempo.


–¿Por qué sonríes? –le preguntó ella, con el ceño fruncido.


Él se inclinó hacia delante y apartó el portátil que se interponía entre ambos.


–¿Quieres este proyecto?


Ella asintió con un atisbo de miedo en los ojos. Perfecto. Tenía miedo de perder una oportunidad inmejorable para su carrera profesional. Y miedo, seguramente, de acompañarlo a Torquay a pesar del gélido tratamiento que le estaba dispensando.


–Supongo que sabrás que este proyecto implica pasar mucho tiempo juntos en Torquay.


La expresión de Paula casi lo hizo reír.


–¿Por qué? Siempre he trabajado en solitario, y los resultados han sido excelentes, como habrás podido comprobar.


Pedro negó con la cabeza. Estaba dispuesto a llevársela a Torquay, aunque tuviera que recurrir al chantaje.


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