lunes, 5 de mayo de 2025

Has Vuelto A Mí: Capítulo 6

 –¿Estás hablando en serio?


La pétrea fachada de Paula pareció resquebrajarse cuando se puso a juguetear con la pulsera de su muñeca derecha. Era un gesto que había repetido a menudo la primera noche en Capri. La noche que se conocieron. La noche que estuvieron hablando y paseando durante horas, antes de acabar en la cama. La noche en que se fundieron de tal modo que Pedro se quedó tan aterrorizado como incapaz de resistirse a su encanto. En ella había descubierto una mujer atrevida, descarada, hermosa, risueña, lista y ocurrente que se deleitaba con el linguini y la salsa napolitana. A todo lo que hacía y probaba le ponía la misma pasión, ya fuera el pan recién hecho mojado en aceite de oliva, los paseos nocturnos por los pedregosos senderos junto al mar o las noches que pasaban explorando sus cuerpos. Aquella mujer llena de fuego y vitalidad era todo lo contrario a la autómata fría e imperturbable que acababa de entrar en la oficina... Salvo por el detalle de la pulsera.


–Me tomo muy en serio el trabajo, ¿Tú no? –a pesar de su aparente profesionalidad siguió girando la pulsera.


–Ya habrá tiempo para eso –repuso él, y señaló el portátil de la mesa–. Lo que quiero saber es por qué te has ocultado detrás de tu ordenador todo este tiempo.


Paula lo miró con ojos muy abiertos y la punta de su lengua asomó por la comisura de los labios. Unos labios carnosos, exuberantes, hechos para saborear los platos más exquisitos y los pecados más lujuriosos.


–No me oculto detrás de nada –protestó, con una voz tan recatada como su traje negro a medida.


Pedro tuvo que admitir, no obstante, que el traje le quedaba muy bien. Ceñido en los lugares adecuados, se acampanaba en el dobladillo y acababa por encima de las rodillas, y lo combinaba con una camisa de seda color esmeralda que insinuaba el comienzo del escote. Estaba molesto porque ella no se hubiera alegrado de verlo. Aunque considerando la forma en que se habían separado, tampoco podía extrañarse por su fría reacción.


–¿No se te ocurrió que tal vez me gustara saber que la gerente de marketing con la que me he estado comunicando por e-mail es alguien que...?


¿Qué? ¿Alguien con quien mantuvo la aventura más excitante de su vida? ¿Alguien con quien intimó más de la cuenta? ¿Alguien por quien habría renunciado a su libertad si no hubiese estado tan afectado por las revelaciones de sus padres? Paula entornó la mirada.


–¿Alguien que qué?


–Alguien que conozco –concluyó él, acompañando la pobre respuesta con su sonrisa más encantadora por si acaso.


Ella se limitó a apretar más los labios y rodeó la mesa para tomar asiento, lo que le dió a él una breve pero aprovechada oportunidad para admirar su espectacular trasero. A Pedro lo volvían loco aquellas curvas. Había visto muchos cuerpos esculturales en las playas de medio mundo, pero la figura de Paula era sencillamente... Inolvidable.

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