miércoles, 19 de marzo de 2025

Engañada: Capítulo 74

 —Tonterías.


—¿Sí? Te sentiste la tercera en discordia en el matrimonio de tus padres.


—Otra vez no. Por última vez te digo que jamás quise decir eso.


—Lo sé, pero lo hiciste y gracias a eso lo he comprendido todo. Tu padre tuvo un ataque al corazón mortal días después de que tu madre muriera —dijo, con la voz llena de compasión.


—¿Y qué tiene que ver eso?


—Todo. En su dolor, él te dejó atrás y te dejó sola.


Paula palideció.


—Pensaba que no podías caer más bajo de lo que has caído ya… — susurró Paula con voz muy ronca. —Mi padre tenía exceso de peso. Estaba sufriendo mucho por la muerte de mi madre. Su corazón no pudo soportar la tensión.


—No lo dudo, como tampoco dudo que él te amara, así que no pienses por un instante que es eso lo que estoy diciendo. Tu padre no eligió tener un ataque al corazón de la misma forma que el mío no quiso tener un aneurisma. Sin embargo, eso fue lo que ocurrió. Mi padre me quería igual que los tuyos te querían a tí. De lo que estoy hablando es de tu percepción del lugar que ocupabas en tu familia. Vivías bajo la sombra del amor que tus padres se tenían el uno por el otro. Lo describiste tú misma como una fábula y entiendo por qué. Eran como Romeo y Julieta de hoy en día, pero con un final feliz. Por todo lo que me has dicho, eran muy felices y se querían tanto al final de sus días como cuando se casaron. Sin embargo, en algún momento, tú empezaste a creer que se querían más el uno al otro de lo que te querían a tí y que fue por ese amor que te dejaron sola.


Paula dió un paso atrás para alejarse de él.


—He pensado en muchas cosas no demasiado agradables en estas veinticuatro horas, pero jamás creía que pudieras ser tan cruel.


Pedro se giró para darle la espalda.


—Te prometí que jamás volvería a mentirte, pero eras tú la que querías esta conversación, cara, no yo. Yo ya te he dicho lo que quería decir. Solo quería que me dejaras solo para ahogarme en el alcohol. Cada minuto más que pasas aquí, ahonda más en la herida…


Cuando Pedro terminó de hablar, se sirvió otro vodka y Paula dió otro paso atrás.


—En ese caso, me marcharé.


—Bien. No te olvides del sobre. La dirección de mis abogados en Inglaterra está ahí. Cuando decidas qué es lo que quieres hacer con las acciones, ponte en contacto con ellos y ejercerán de intermediarios entre nosotros. Te estaré muy agradecido si no te vuelves a poner en contactoconmigo. Creo que lo mejor para los dos será que nuestra ruptura sea limpia.


—Yo también lo creo…


¿Cómo había podido Paula pensar que sería más limpia así? ¿En qué había estado pensando? Después de todo lo que habían pasado, marcharse así fue un infierno para ella. Cuando tomaba el sobre, vió que Pedro levantaba la cabeza. Sin embargo, cuando se dispuso a abrir la puerta las lágrimas la cegaban.


—Paula…


—¿Sí? —respondió ella ahogando un sollozo.


Pedro habló tan bajo que ella tuvo que concentrarse para escuchar lo que él le decía.


—No sé si te equivocas sobre lo que piensas de tus padres, pero sé que te querían mucho. Muchísimo. Cuando tu abuelo vigilaba a tu madre, hacía que le tomaran fotografías. En una ocasión, ví algunas de ellas. Tú debías de tener doce o trece años. Estabas disfrutando de un picnic con tuspadres. No sé qué estabais celebrando, pero recuerdo sentir envidia por el modo en el que tu madre te miraba. Mi madre jamás me ha mirado así a mí.


Paula abrió la puerta.


—Una cosa más.


Ella se detuvo para escuchar las últimas palabras que escucharía en labios de Pedro.


—Las expectativas que tienes del matrimonio no son poco realistas. Casados o no, te aseguro que siempre serás la persona más importante de mi vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario