miércoles, 5 de marzo de 2025

Engañada: Capítulo 51

Aún atónita por el té, Paula se llevó la taza a la terraza, una zona muy amplia en la que había una piscina y hamacas alrededor de la misma. La última vez que estuvo allí fue de madrugada con Pedro, cuando las románticas luces solares les guiaron hasta el lugar donde tomaron asiento. Mientras avanzaba con la taza en la mano, vió que el sol ya teñía la línea del horizonte. Estaba amaneciendo. Aspiró el aroma del jazmín que adornaba aquella zona y miró hacia el jardín. Si se esforzaba, podía vislumbrar las sombras de los periodistas que seguían acampados al otro lado de la verja. El corazón le dio un vuelco. Menos de doce horas atrás, había estado dispuesta a darles la munición que necesitaban para destruir a Pedro. Sin embargo, eso había sido antes de que encontrara el paraíso entre sus brazos. Ya no podía hacerlo. Sin embargo, si se quedaba allí, se destruiría a sí misma.


La mansión de Pedro estaba en lo alto de una colina, con algunas de las mejores vistas que el dinero podía comprar. Se acurrucó sobre un sofá blanco que había al otro lado de la terraza y vió cómo el sol salía sobre la hermosa Florencia. La mañana después de que se comprometieran, él la había despertado muy temprano para que se reuniera con él en aquel mismo lugar para disfrutar de aquella misma vista. Había observado muy atentamente la reacción de Paula. Había querido compartirla con ella. Había querido que ella adorara aquel amanecer tanto como él… De repente, a Paula le resultó imposible soportar los recuerdos que aquel hermoso amanecer estaba evocando. Se sacó el teléfono del bolsillo de la bata y lo encendió. Necesitaba distraerse desesperadamente. Suponía que tendría muchos mensajes, pero había subestimado el número. Había mensajes de personas con las que apenas había tenido contacto durante años, de la familia, de amigos y de sus compañeros de trabajo. Todos los mensajes eran diferentes variaciones sobre el mismo tema. "¿Qué ha ocurrido?" "¿Te encuentras bien?" "Por favor, dime que estás bien". "Llámame. Dime que te encuentras a salvo". Respiró profundamente y empezó a responder, dando prioridad a su tía y a sus primos. "Estoy bien. Lo prometo. Te lo explicaré todo cuando te vea". ¿Podría hacerlo? ¿Podría explicar que el gran amor de su vida y la romántica historia de amor que había vivido se habían basado en una mentira? ¿Sería capaz de arriesgarse a que alguien hablara con la prensa sobre Pedro para sacarse un dinerillo?


Estuvo a punto de soltar una carcajada. ¿De verdad le preocupaba que eso pudiera pasar? No iba a mentir por él. Pedro se lo había buscado y no se merecía su protección. Además, se podía permitir los mejores abogados para acallar todos los rumores. Sin embargo, no había nada que pudiera hacer para impedir que se hablara de que Paula lo había abandonado en el altar. Antes de que pudiera decidir que no era una buena idea, escribió la búsqueda en el tabloide más popular del Reino Unido.

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