—Entonces —murmuró él, acercando el rostro al de ella, —¿Crees ahora que no estaba fingiendo el deseo que siento por tí?
—Lo has demostrado muy bien, sí. Gracias —susurró ella en un hilo de voz. —Ahora, si quieres demostrar que todo lo que dijiste sobre los sentimientos y demás era cierto, dame todas las acciones de Schulz Diamonds. Tal vez yo me convierta en una gurú de los negocios… O se lo entregue todo a la protectora de perros de la que te hablé antes.
Pedro siguió mirándola muy fijamente a los ojos. Entonces, entrelazó los dedos con los de ella.
—Cásate conmigo y te entregaré todos mis intereses empresariales para que hagas lo que quieras con ellos.
Paula acercó un poco más el rostro al de él. El deseo le corría por las venas totalmente desatado.
—Mete en el lote el departamento de Nueva York y el avión privado y me lo pensaré.
—Puedes quedarte con todo. Con todo.
La excitación se había apoderado tan completamente de ella que apenas podía hablar.
—O estás muy desesperado por esas acciones o piensas de verdad que soy idiota.
—No, cara. Solo estoy desesperado porque sigas en mi vida.
Paula no pudo impedir que un gemido se le escapara de los labios. Mirar los ojos de Pedro era como contemplar una oscura piscina de deseo. Además, sabía que él estaba viendo lo mismo en ella.
—Creo que voy a tener que añadir a tu informe escolar algo más.
«Pedro se esfuerza demasiado».
Él la estrechó contra su cuerpo y le tomó una mano. Entonces, la deslizó hasta su erección.
—Esto es lo único que está demasiado…
Paula abrió los ojos e, instintivamente, agarró el miembro. Sintió su propia excitación al sentir cómo este palpitaba y se tensaba aún más entre los dedos. Pedro tembló y le acarició la cintura.
—Esto es lo que me haces —dijo en voz ronca. —No lo puedes negar. Lo haces tú sola…
Entonces, le separó los labios con la lengua y asaltó los delicados labios de Paula. Ya no hablaron más.
Cuando Paula se despertó, el dormitorio seguía sumido en una total oscuridad. Pedro estaba tumbado a su lado. A juzgar por lo profunda que era su respiración, estaba totalmente dormido. Sabía que solo había dormido un rato. No le hacía falta mirar el reloj para saber que no había pasado más de una hora. Trató de respirar profundamente para impedir que cayeran las lágrimas, pero la presión que tenía en el pecho era demasiado abrumadora. Necesitaba aire. Necesitaba escapar de aquella cama antes de que los pensamientos que tenía en la cabeza y los sentimientos que vibraban dentro de ella se hicieran de nuevo con el control.
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