lunes, 17 de junio de 2024

Reencuentro Final: Capítulo 7

Paula caminaba por los jardines de una de las viejas cabañas. La habían convertido en una bodega para venta al público. La visita de Pedro sería difícil para ella, pero nada sería tan difícil como había sido el primer encuentro después de tanto tiempo. Para ella. Porque a él no le había visto la más mínima señal de que lo estuviera pasando mal, y ella en cambio, se había quedado con la respiración agitada. Él era tan apuesto como lo recordaba. O más. Pero el joven tímido y creativo de su juventud se había convertido en un ejecutivo pragmático. ¿Habría algo del viejo Pedro enterrado bajo aquella eficiente fachada? No era que a ella le importase… Vió que no había nadie en las mesas y sillas del jardín de la cabaña, y miró por la puerta de cristal antes de entrar. Al oír el ruido de la puerta, Tamara miró por encima del hombro y dijo:


—Oh, eres sólo tú…


—Muy amable —dijo Paula. Se sentó en una banqueta alta y apoyó los codos en el mostrador—. Tienes que venir a cenar esta noche a mi casa. Por favor, dí que puedes.


Tamara rodeó el mostrador y se sentó en otra banqueta.


—¿Por qué?


—Porque he invitado a Pedro, y le diré a Germán que venga, así que necesito que vengas para que el número sea par.


—Oh… ¿Así que ahora me necesitas?


Paula se sintió mal.


—Siento haberte hecho salir de mi despacho hoy. ¿Me perdonas?


—Hmm… Je ne sais pas —dijo Tamara y puso cara de interesante.


—Oh, venga, Tami. Tendremos tu postre favorito.


Tamara sonrió y dijo:


—¿Quieres que lleve el vino?


—Sí, por favor. Tiene que ser muy bueno. 


—Paula Chaves, me sorprendes. Vinos Chavland no produce nada que no sea excepcional.


—Sabes a qué me refiero, Tami. El mejor.


—¿Por qué no me has dicho que conocías a Pedro?


Paula suspiró.


—Fue hace mucho. Su padre, Horacio, era amigo de mi padre, y yo pasé una temporada con la familia Alfonso para aprender a hacer el vino al estilo francés.


—Sabía que habías estado un tiempo en Francia, pero no me contaste nada de él.


—No había nada que contar.


Tamara la miró y ella desvió la mirada.


—De acuerdo —dijo Tamara—. ¿Dices que Germán va a venir a la cena? —puso los ojos en blanco mientras lo decía.


—No seas irrespetuosa con Germán. Estoy saliendo con él —se quejó Paula.


Tamara suspiró.


—Germán y tú no hacen buena pareja. Así que no le hagas sufrir y díselo.


—¿Crees que el salir conmigo le hace sufrir?


—No sólo a él. Tú tampoco estás bien. De todos modos, si no tienes interés en Pedro, no te importará que… Mmm… Que coquetee con él, ¿Verdad?


Paula sonrió forzadamente. Le importaba. Mucho. Pero como había decidido no decir nada acerca de su pasado, no podía quejarse. 

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