miércoles, 19 de junio de 2024

Reencuentro Final: Capítulo 13

 —En realidad, no me gusta ir al gimnasio. Prefiero correr temprano por la mañana.


—Bueno, cada uno tiene su estilo. Tampoco he podido convencer a Paula de que venga conmigo. Es adicta al yoga.


—¿Y qué tiene de malo el yoga? —preguntó Tamara—. He pensado hacerlo yo también. Pau dice que es muy relajante.


—El ejercicio no es para relajar —dijo Germán—. Se supone que tiene que ser para revigorizar —se golpeó el pecho y luego dijo a Pedro—. A Paula le gustan todas las cosas hippies. Hasta ha empezado con esta nueva moda de meditar…


—La meditación no tiene nada de nueva —dijo Paula—. Algunas culturas la llevan practicando mucho tiempo. Y de todos modos, es mejor que estar sentada sin hacer nada…


Paula se calló cuando se dió cuenta de lo que había dicho. Se rió de pronto. Tamara también se rió, y luego Pedro, mientras Germán agitaba la cabeza, no muy divertido. Sólo le hacían gracia los burdos chistes juveniles. Ella no había intentado decir algo gracioso, había sido sólo un desliz de su lengua. Pero no obstante, la vida habría sido muy aburrida si no se hubiera reído de las pequeñas cosas.


—Iré a buscar el postre —dijo ella levantándose del asiento.


Se quedó delante del frigorífico con la puerta abierta, pero su mente estaba recordando a Pedro en París, riendo.


—¿Estás bien?


Paula se sobresaltó, y al darse la vuelta vió a Tamara dejando los platos en la encimera.


—Sí, ¿Por qué?


—Te fuiste corriendo de la mesa y has estado mirando el frigorífico desde que he llegado. ¿Sucede algo malo?


—Nada. Estaba pensando —sacó la tarta del frigorífico.


—Mmmm… Has hecho realmente mi postre favorito.


—Por supuesto, te dije que lo haría.


—Pero si Pedro hubiera estado en la carta de postres, no habría sabido qué elegir… —dijo Tamara.


Paula dejó caer el cuchillo que tenía en la mano y éste sonó en el suelo de cerámica. 


—Tami, debes dejar de decir cosas como ésa… Pedro ha venido en viaje de negocios.


—¡Eh! Si mezclamos los negocios con el placer, tal vez tengamos un informe a nuestro favor —se rió Tamara, y se marchó con copas limpias fuera.


Paula enjuagó el cuchillo. Luego siguió a su amiga. Tamara estaba sirviendo un vino dorado en las copas.


—Es un vino de postre estilo Vin Santo —dijo su amiga—. Se me ha ocurrido una idea: Que vengas a la cena de los productores de vino que tenemos mañana. Verás lo que opinan los consumidores de los vinos, y la importante herramienta de marketing que es la cena. Beth hace un gran trabajo.


Paula hizo un gesto como no dando importancia a lo que decía su amiga. Germán resopló.


—Aburrido. El vino es para beber, no para hablar sobre él —dijo articulando mal las palabras.


Paula lo miró. Seguramente Germán había tomado alguna copa de más.


—Me gustaría marcharme, si no le importa a Paula —dijo Pedro.


Paula se dió cuenta de que todos estaban esperando una palabra suya.


—Si te quieres ir, por mí no hay problema —dijo.


—¿Estás casado, Pedro? —preguntó Tamara.


Puala se quedó petrificada, con el tenedor en el aire. Vió que él dudaba. 

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