viernes, 28 de junio de 2024

Reencuentro Final: Capítulo 29

De vez en cuando sus amigos le habían preguntado qué tipo de mujer le gustaba, y él no había sabido responder. Ahora, mirando a Paula, lo sabía. Ella era su tipo. La mujer pelirroja le apretó el brazo y se echó atrás el pelo.


—Es muy guapa, ¿No? —le dijo, señalándole a Paula con un movimiento de la cabeza.


Pedro no fue capaz de contestar. Pero afortunadamente, alguien de la mesa hizo una pregunta, y él se alegró de que hubieran cambiado el tema de conversación, y se hablase de impuestos al vino. Después del segundo plato llegó el momento en que Beth podía hablar de lo que quisiera.  Y habló de las condiciones de la vendimia en el valle de Barossa, de que los diferentes lagares de un lugar tenían una experiencia totalmente distinta del mismo clima… Luego se hizo una rifa y se sacó una tarjeta de un sombrero con el número del ganador de una cesta de productos de Chavland. Y finalmente les pidió a los camareros que abrieran varias botellas del Century Hill Premium, para que los invitados pudieran probar el Shiraz. Luego llegó la hora del postre. Ella volvió a la mesa y se alegró de que Pierre pareciera entretenido y relajado. Esperaba que su estado de ánimo no tuviera nada que ver con la pelirroja que tenía al lado, o casi sentada en sus rodillas, pensó. Paula se irguió. Ella no era su guardiana. No era nada de él. Además, no podía criticar a la mujer. Pedro era un hombre muy atractivo.


—¿Paula?


Paula se dió la vuelta cuando alguien le tocó el hombro. Era un invitado de otra mesa. Lo conocía de otra cena y sabía que era un coleccionista de vino.


—¿Sí, Leonardo?


—Tengo que decir que es difícil encontrar unos vinos tan conseguidos y fieles al terroir como éstos.


—Gracias, Leonardo. Te lo agradezco. Viniendo de tí, es un cumplido.


—En absoluto. Me alegro de que hayas limitado la producción para mantener la calidad de estos vinos. Lo peor que puedes hacer es importar fruta de fuera de la región para aumentar la producción. Sé que otros lo han hecho, pero Chavland merece una felicitación por no hacerlo.


Paula sabía que Pedro los estaba escuchando, pero no quiso mirarlo.


—Estoy de acuerdo contigo, Leonardo. Mientras yo me ocupe de Vinos Chavland, no cambiaré de filosofía.


—Me he enterado del asunto de los nuevos accionistas, por supuesto. Pero L’Alliance no pondrá en riesgo la reputación de Chavland, ¿No?


—Ha sido sólo un modo de hablar, Leonardo. No he tenido intención de decir nada.


—No deberían apartarte, Paula. Eso sería una locura.


—Leonardo, por favor, no te preocupes. Yo no me voy a ir… —le sonrió. 

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