lunes, 24 de junio de 2024

Reencuentro Final: Capítulo 19

Paula vió que Pedro fruncía el ceño mirando la pantalla. Se levantó y sirvió dos copas de agua. Dejó una de ellas al lado de él.


—Gracias… ¿Paula?


—¿Sí?


—He estado viendo informes del negocio de los últimos años.


Paula se puso nerviosa. Aquél era el principio de su batalla por su lagar.


—¿Y?


—Pagas demasiado por las uvas que compras a los productores locales.


—¿Y?


—Podrías ahorrarle al negocio una suma de dinero significativa negociando mejores precios con los productores.


—¿Negociar?


A Paula se le hizo un nudo en el estómago. Sabía qué quería decir. Su padre había pasado por todo aquello hacía tiempo.


—¿Te refieres a presionarlos y ponerlos en una posición en la que no puedan rechazar vender su cosecha por una miseria?


—Se trata de un negocio, Paula, y si los productores no quieren vender más barato, compras las uvas en otra parte.


—Estás bromeando, ¿No? —ella se rió afectadamente, aunque no veía nada de gracioso en aquello.


—No. Podrías comprar más cantidad de uva por el dinero que te gastas ahora, y de esa forma podrías aumentar la producción de vino y la ganancia, por supuesto.


—Disculpa. No tiene sentido seguir con esta discusión, porque no va a suceder eso. De ningún modo.


Paula rodeó el escritorio y se sentó. Bebió agua para calmar sus nervios. Pedro suspiró. Un suspiro que parecía querer decir que no confiaba en ella como empresaria.


—Creí que tú, mejor que nadie, lo comprenderías —dijo Paula.


—¿A qué te refieres?


—Con tu historia… Tu padre fue quien me hizo comprender la importancia del terroir. El gusto del suelo, todo lo que constituye un entorno.


Pedro se echó atrás y la miró.


—De todos modos, tú tienes un negocio, no un hobby. Los accionistas tienen derecho a aumentar sus beneficios.


—No me trates con condescendencia, Pedro.


—No era mi intención hacerlo, y te pido disculpas si ésa es la impresión que te he dado. Sólo intentaba decirte que hay mejoras que deben hacerse en este negocio. Eres tú quien decide si aceptas mi consejo.


—¿Aceptar tu consejo? Lo que quieres decir es que tendré que cambiar totalmente la filosofía de este lagar para satisfacer a L’Alliance. Y si me niego a destruir aquello por lo que trabajó mi padre, y todo lo que soñó, me quitarás de un plumazo de mi puesto, ¿No es verdad?


Ella vió que él movía un músculo de la cara.


—Tú conocías la situación desde antes de que llegase yo.


—Sí, conocía la situación —dijo Paula—. Sabía que L’Alliance quería que yo desapareciera.


Pedro no respondió. Ella sabía que él no podía negarlo. Cuando ella había hablado con Francisco Asper, éste le había dicho que tenía todo su apoyo. Pero no le había creído. ¿Por qué si no, iban a haber puesto semejante condición en su oferta? Ella suspiró.


—Pedro, debes saber que no voy a comprometer la visión de mi padre acerca de este lagar. Su deseo fue que yo continuase su trabajo, y eso es lo que tengo intención de hacer. Si hago caso a tus recomendaciones, desaparecerá Vinos Chavland.


Pedro se puso de pie y fue hacia la ventana.


—Paula… —dijo de espaldas a ella—. En los negocios no hay lugar para los sentimentalismos. Si tuvieras más experiencia, lo sabrías. 

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