viernes, 28 de junio de 2024

Reencuentro Final: Capítulo 27

Ella se quedó en silencio. Debía de haber estado desesperado por la pérdida de su sueño. No le extrañaba su punto de vista acerca de Vinos Chavland. Paula decidió cambiar de conversación.


—Además de la elaboración del vino, estudié marketing del vino en la universidad —dijo ella.


—¿Sí? —repuso él con sorpresa.


—Y luego hice un máster.


—¿De verdad?


—Así que me alegré de poder poner en práctica todo lo que había aprendido y dejar el tema de la producción a Mauricio.


—Comprendo. No tenía ni idea de que estabas tan cualificada.


Porque él no se había molestado en preguntar, pensó ella. Nadie de L’Alliance había hecho ningún esfuerzo por informarse sobre ella. Al parecer, creían que sólo estaba en aquella posición por ser hija de Miguel Chaves. Era injusto que pensaran que no tenía la cualificación adecuada. Aunque dudaba que eso cambiara las cosas desde el punto de vista de Pedro. Al principio ella había planeado tener una actitud pasiva. Había pensado dejar que Pedro hiciera su informe sin influir en él, pero sin aceptar sus recomendaciones. Pero tal vez se había equivocado y había tomado el camino erróneo. Quizás fuese mejor adoptar una postura más activa.  


Mientras caminaban del hotel al restaurante, Pedro se alegró de estar fuera del coche, donde el perfume de Paula lo había vuelto loco. Porque era «Su» perfume. Lo habría reconocido en cualquier sitio. Estaba relacionado con todo lo de ella: Con su cuerpo, su piel… Aquella fragancia combinada con su aspecto con aquel vestido ajustado, era una tortura. Se alegraba de no haber tenido ninguna confrontación con ella. A pesar de estar en distintos hemisferios durante diez años, aún tenían muchas cosas en común, al parecer. Siempre que se abstuvieran de mencionar su pasado, y el propósito de su visita, era casi como si jamás se hubieran separado. Sintió pena. Si hubiera sido cualquier otra mujer, no habría dudado en intentar ligar con ella. Pero no podía hacerlo con ella, y era inútil lamentarlo. 


Cuando entraron en el restaurante, Paula se puso en acción. Se separó de él, dejándolo en la zona de los aperitivos, y fue a hablar con el maître. Era temprano para los invitados. Pedro se sentó en un taburete y la observó moverse. Estaba muy guapa con aquel vestido. No, se corrigió. Estaba guapa siempre. Pero el vestido la hacía parecer… Más madura. No podía dejar de mirarla. Cuando ella levantaba la cabeza y lo miraba, le sonreía. Y él sentía una contracción en el estómago. De pronto se dió cuenta de que había perdido la batalla de la indiferencia con ella. Había sido un error ir a Australia. Pero por una noche quería olvidar el motivo por el que estaba allí. Quería olvidarse del hecho de que ella lo odiaba, a él y a su trabajo. Quería olvidarse de todo lo que había sucedido hacía años. Quería experimentar la fascinación de estar cerca de ella otra vez. Sin barreras. Sin dolor. Ya tendría tiempo de volver a los negocios cuando volvieran al valle de Barossa. Hasta entonces se relajaría. Y dejaría que las cosas fluyeran, sin tener que controlarlas. Quería dejarse llevar como cuando era joven. 

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