miércoles, 19 de junio de 2024

Reencuentro Final: Capítulo 12

Paula miró a Pedro mientras éste probaba el vino. Él sabía de vinos de Rhôde. Allí habían estado los viñedos de su familia, y él había sido un apasionado de los vinos que se producían en su lagar, del mismo modo que ella lo había sido con los de Chavland. Pareció pensativo. Ella vió las arrugas entre sus cejas, un gesto tan familiar… Aún después de diez años le tocaba algo dentro aquel gesto… Pedro la miró y ella desvió la mirada para que él no notase que todavía le despertaba sentimientos, porque no se los despertaba. Sobre todo buenos sentimientos.  Cuando todo el mundo había disfrutado de la comida, Paula se echó atrás en el asiento y sonrió. Tamara se estaba burlando de su propio talento en la cocina.


—Me gusta cocinar con vino —sonrió—. La verdad es que se lo pongo a todo.


Todos se rieron, y Paula miró a Pedro. Por primera vez desde que había llegado, él había sonreído sinceramente. Ella casi se atraganta con el vino.


—¿Cuál es la historia que hay detrás de la etiqueta? —preguntó él, tocando una botella vacía y mirándola directamente a ella.


—¿De Century Hill? —sonrió Paula—. Cuando mi padre compró la tierra para construir el lagar, ya había una zona de viñedos de Shiraz en la parte de la colina donde está el granero. Los dueños de la tierra eran descendientes de los primeros colonos que habían plantado viñedos exactamente hacía cien años. Papá usó las uvas de esos viñedos en la primera producción, y enseguida se dio cuenta de que tenía una fruta excepcional en sus manos. Entonces supo que su lagar sería un éxito.


Pedro la observaba con tal concentración que ella se olvidó de lo que iba a decir por culpa del efecto de los ojos de él.


—Éste es nuestro Shiraz normal —dijo Tamara—. Hecho también de uvas de Century Hill —sirvió el vino en las cuatro copas—. He traído la cosecha de 2002, que dicen algunos que es la mejor que ha habido. Fue un año excepcional, con una temporada larga. ¿Qué opinas?


Pedro finalmente dejó de mirar a Paula. Ella tomó un sorbo de vino para entretenerse. No podía comportarse como una adolescente, olvidándose de lo que estaba diciendo.


—Se ve que haces ejercicio… —dijo Germán a Pedor—. Yo soy un fanático del gimnasio. Quizás podrías venir a mi club de vida sana como invitado… Claro que supondría un viaje a la ciudad, por supuesto.


Pedro lo miró y Paula supo que estaba buscando una excusa para decirle que no. Germán, con su falta total de sutileza, seguramente no era una persona con quien él quisiera entablar una amistad. 

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