miércoles, 5 de junio de 2024

Quédate Conmigo: Capítulo 64

Debería decirle que estaba ocupada. Ninguna mujer debería estar libre un sábado por la noche, pero sabía que no iba a engañarlo. Además, la cuestión era por qué él no tenía una cita. ¿Qué más daba? ¿Cuándo iba a tener otra oportunidad de salir con Pedro Alfonso?


–¿Puedes pedirle a alguien que se quede con Sofía?


El indulto de los padres solteros. Si no había niñera, no había cita…


–Te responderé esta tarde.


–Este es el número de mi móvil –dijo él, anotándolo en el sobre–. Llámame. 


Paula llamó a Leticia para preguntar si podía quedarse con Sofía el sábado por la noche.


–¿Tienes una cita? –le preguntó su amiga.


–No es una cita, es una cena de trabajo –respondió Paula.


–¿Por qué yo no tengo un trabajo como ese?


–La cuestión es que podría volver tarde. ¿Eso sería un problema?


–No, no. Sofi puede quedarse a dormir aquí.


–Pero es que se está tomando muy en serio su responsabilidad con los cachorros y creo que insistirá en llevárselos.


–No pasa nada –insistió Leticia–. Incluso podría quedarme con uno de ellos si Sofi estuviera dispuesta a separarlos.


–Eres un cielo –dijo Paula.


Pedro recibió un mensaje de texto: Tengo niñera. ¿A qué hora el sábado? Qué interesante que le hubiera enviado un mensaje en lugar de llamarlo, pensó. Aún no sabía por qué le había pedido que fuera con él en lugar de llamar a alguna de sus amigas, a quienes hubiera hecho muy feliz compartir mesa con él en una cena benéfica. Y su cama cuando terminase la cena. Todo sería mucho más simple. Le había dicho a Paula que el sexo era más sencillo que las relaciones sentimentales, pero también era más vacío. Sin embargo, cuando estaba con ella su pulso se aceleraba y sentía algo… Claro que Paula también quería algo de él: Un artículo. ¿Pestañearía coquetamente para sacarle información? ¿Coquetearía con él? ¿Se arriesgaría a otro beso que los dejase a los dos sin aliento? Tal vez Paula Chaves era la última mujer en el mundo a la que pediría una cita, pero pulsó el botón de Responder y escribió: "6:45, y no te retrases".



Exactamente a las seis cuarenta y cinco el sábado por la tarde, sonó el timbre. Paula se miró al espejo del pasillo por última vez para arreglarse el pelo y luego, respirando profundamente, abrió la puerta. Pero respirar profundamente no era suficiente. Lo que necesitaba era una mascarilla de oxígeno al ver a Pedro Alfonso con esmoquin.


–¿Lista? –le preguntó él, con tono impaciente. Estaba claro que su peinado, su maquillaje y su vestido de noche no lo afectaban en absoluto–. ¿Alguna instrucción de última hora para la niñera?


Regla número uno para salir con Pedro Alfonso: Recordar que no era una cita.


–Sofía y los perros van a dormir en casa de Leticia –respondió Paula, dándole la capa de oficial de la Armada que había sido de su bisabuelo–. ¿No te lo ha contado?


–Leticia y yo no nos dedicamos a cotillear mientras estamos trabajando.


–Nosotras tampoco. No le he preguntado nada sobre tus planes para Cranbrook Park.


–Ah, discreción, un don muy raro en nuestros días –los dedos de Pedro rozaron sus hombros mientras le ponía la capa–. ¿No deberías llevar una espada?

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