miércoles, 26 de junio de 2024

Reencuentro Final: Capítulo 24

 —Si estás segura…


Pedro la acompañó a la casa. Paula dejó las llaves del coche y se encaminó a la cocina. La siguió y le ofreció su ayuda para preparar el almuerzo.


—Sólo serán sándwiches.


—¿En qué te puedo ayudar?


—Si quieres, puedes servir la bebida. Hay zumo y agua mineral en el frigorífico. No te recomiendo vino, porque beberemos mucho esta noche — Paula empezó a cortar el pan—. Los invitados creerán que el vino tiene algo raro si no lo bebemos nosotros. Y, por cierto, por ese motivo no conduciremos de regreso. Espero que no te importe quedarte en Adelaide…


—No, en absoluto.


Pedro encontró los vasos fácilmente. Los llevó a la mesa. Y volvió a buscar platos y servilletas.


—¿Hay alguna otra cosa que pueda hacer? —dijo Pedro cuando terminó de poner la mesa.


—Mmm… Puedes pelar fruta y cortarla —le señaló el frutero—. Si te parece bien.


Él asintió.


—Cuando has dicho que no cocinas, creí que querías decir que no pisabas la cocina —dijo ella.


—No lo he hecho hasta ahora, pero…


Él hizo una pausa y ella lo miró. Pierre tenía una expresión extraña. ¿Qué era?


—Me gustaría aprender a cocinar —dijo él.


Ella se quedó en silencio un momento.


—¿Y por qué no lo haces?


—Lo haré. Pero no ahora. Paso la mayor parte del tiempo en hoteles. No tengo un hogar, como tal.


Ella colocó los sándwiches en un plato grande. ¿Quería echar raíces Pedro? ¿Era eso?


—¿Dónde piensas establecerte cuando lo hagas? —preguntó ella.


Él la miró. 


—En Francia, no sé exactamente dónde todavía. Se supone que van a darme un puesto en la central en cuanto termine este trabajo… —movió el cuchillo mientras hablaba y ella se apartó.


Pedro abrió el lavavajillas y lo metió dentro.


—Entonces, ¿Cuanto antes decidas deshacerte de mí, mejor?


En cuanto lo dijo, Paula se arrepintió. Él se encogió.


—Lo siento, Pedro. Ha estado fuera de lugar.


Él no le hizo caso y dijo:


—De tí depende que me deshaga de ti o no, como has dicho, Paula. Depende de lo cabezona que te pongas.


—Lo que pretendo es mantener la integridad de este lagar, ¿A eso llamas «Cabezonería»?


—Podrías mantenerla a la vez que incrementases su rendimiento.


—No. La calidad no es la cantidad. En eso creía mi padre y ésa es la filosofía que mantengo yo.


Él suspiró y tomó un sándwich del plato. Paula también comió.


—Cuéntame lo de la cena —dijo Pedro.


—¿La cena del productor?


Él asintió.

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