lunes, 24 de febrero de 2025

Engañada: Capítulo 35

Paula agarró el tenedor con fuerza para no extender la mano hacia él. Nunca había escuchado el relato de aquellos años de la vida de Pedro y, por razones que no comprendía, la afectaba mucho más profundamente que si él se lo hubiera contado buscando su compasión. Sabía que el padre de Pedro había muerto cuando él tenía solo seis años y que sus padres no vivían juntos, pero había pensado que había sido su madre la que lo habría criado. ¿Lo había dado por sentado o había sido el propio Pedro quien la había animado a creerlo? Se dió cuenta de que él la había hecho creerlo porque, si le hubiera dicho la verdad, habría abierto la caja de Pandora y le habría revelado la verdadera naturaleza de su madre. Como ya había admitido, no había querido que Paula tuviera duda alguna antes de casarse con él. No había querido darle ningún dato que le hiciera creer que él no era el hombre perfecto para ella. Sin embargo, en aquella ocasión, no pudo reunir la energía suficiente para enfadarse con él y hacerle ver que la había vuelto a manipular con otra mentira. Tragó saliva y le preguntó:


—¿Qué clase de madre fue contigo cuando empezaste a vivir con ella?


—Terrible —respondió él secamente. —Es la persona más egoísta que conozco y no tenía ni idea sobre cómo criar a un niño. Pasé de la típica vida italiana, con una enorme familia, a vivir en un apartamento donde se me prohibía tocarlo todo. Ella se sentía dolida conmigo porque yo le había hecho cambiar su estilo de vida y yo me sentía dolido con ella por haberme apartado de mi familia y por no ser mi padre.


—¿Cómo era tu padre?


—Era un gran hombre —respondió él con admiración en la voz. — Trabajaba como pintor y decorador. Me pintó coches sobre las paredes de mi cuarto. Solo tengo buenos recuerdos de él. Vivir con mi madre fue… ijo, encogiéndose de hombros. —A ninguno de los dos nos gustaba aquella nueva situación, pero no había elección. El amor que ella siente por mí es la única razón por la que seguimos teniendo relación. Ya te he dicho que a mi madre le gusta la gente o la odia. Si le gustas, hará lo que sea por tí. Si la enojas, se olvidará de ti como si nunca hubieras existido. De mí no se puede zafar, lo que la enoja profundamente. Las amenazas que le hice para que se convirtiera en una ciudadana respetuosa habrían hecho que cualquier otra persona quedara apartada inmediatamente de su vida. Estoy seguro de que eso sería lo que le gustaría hacer conmigo, pero no puede. Lleva seis años sintiendo un profundo resentimiento hacia mí. Vió la oportunidad de hacerme daño y, sin duda, la aprovechó tras acallar su conciencia diciéndose que lo hacía por tu beneficio.


—¿Robina Hood tiene conciencia?


—Ya te he dicho que la moralidad de mi madre es complicada — replicó él. —Si le hubieras resultado antipática, estoy seguro de que habría permitido que te casaras conmigo y habría esperado otra oportunidad para vengarse.


Paula removió una vez más la comida con el tenedor y trató de cuadrar la Ana Alfonso que conocía con la mujer que Pedro acababa de describir. Una vez más, comprendió que, a lo largo de todos los meses que habían estado juntos, ella se había sincerado con él como no lo había hecho nunca con nadie mientras que Pedro, por su parte, había omitido descaradamente los aspectos más importantes de su vida. Le había descrito un boceto de su vida, pero, deliberadamente, se había negado a añadir los detalles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario