miércoles, 12 de febrero de 2025

Engañada: Capítulo 13

Pedro apretó la mandíbula con fuerza. Paula estaba segura de que hacía mucho tiempo que nadie le hablaba así. Se rebulló en el sillón y tomó su gin-tonic. Entonces, se sentó cruzándose de piernas y lo miró fijamente. Sin pasión alguna.


—Esto es lo que vamos a hacer —dijo, utilizando la misma voz de maestra que habría usado en una de sus clases. —Yo te voy a hacer preguntas y tú las vas a responder con claridad y concisión, ciñéndote a los hechos. No quiero que trates de justificarte a menos que yo te lo pida. Si tienes que pensar antes de responder a una pregunta, voy a dar por sentado que estás mintiendo. Y no me hables de sentimientos ni de amor, ni me preguntes qué voy a hace con mis acciones. Solo quiero que tengas en cuenta lo que siento por tí en estos momentos y que pienses que soy totalmente capaz de destruirlo todo.


Mientras se duchaba, Paula había comprendido el poder que tenía entre sus manos. Cuando llegara la medianoche, cumpliría los veinticinco años y, por lo tanto, heredaría la mitad del negocio de su abuelo. Schulz Diamonds. No le hacía falta mucha imaginación para comprender que Pedro quería aquel negocio para él solo. Como si no tuviera suficiente con los muchos negocios de los que ya era dueño y todos los otros de los que era inversor. Sin embargo, la empresa con la que él había ganado fama mundial era la cadena de joyerías Alfonso, cuyas joyas eran una de las marcas preferidas por los ricos y famosos por su bella manufactura. Además, Alfonso siempre presumía de las gemas con las que se realizaban las joyas de una manera ética y justa. A Paula le encantaría escuchar lo que los inversores y los clientes dirían cuando supieran que Pedro Alfonso estaba dispuesto a casarse con una mujer solo por su herencia.


—Te aconsejo que no me enfades con más mentiras. Lo único que quiero de tí es sinceridad… Si es que eres capaz de dármela —añadió con un nudo en la garganta.


Los hermosos rasgos del rostro de Pedro parecían estar esculpidos del mismo mármol que la estatua que Paula había hecho añicos poco antes.


—¿Por dónde quieres que empiece? —le preguntó Pedro, inclinando su hermosa cabeza.


«Quiero que empieces explicándome qué es lo que yo te he hecho a tí para que creas que puedes robarme el corazón y usarlo como tu juguete personal, canalla». Esto sería lo que a Paula le habría gustado gritarle, pero no lo hizo. No estaba dispuesta a mostrar sus sentimientos nunca más. Iba a distanciarse de todo aquello hasta que tuviera las respuestas que necesitaba. Entonces, se alejaría de Enzo para siempre.


—Por el principio. ¿Cuándo empezaste a hacer negocios con mi abuelo?


—Hace trece años.


Paula parpadeó muy sorprendida. La relación con su abuelo era mucho más antigua de lo que había imaginado.


—¿Y cómo fue?


—¿Recuerdas que en una ocasión te conté que mi primera joyería supuso una curva de aprendizaje para mí?

No hay comentarios:

Publicar un comentario