miércoles, 15 de octubre de 2025

Eres Para Mí: Capítulo 76

 —¿Es para mí?


—¿No te gusta?


—No entiendo.


—Pedro quiere que disfrutes de la experiencia completa de ser Cenicienta. Parece que está en deuda contigo.


—No es cierto.


—Bueno, pues tienen que hablarlo entre ustedes. Tenemos dos horas para prepararnos. Ha venido una persona muy especial que vive en el extranjero. Pedro aún no lo sabe, pero Federico lleva semanas en contacto con ella —Brenda se inclinó hacia Paula y le susurró al oído—: Hemos encontrado a la hermana que buscaban. Y es maravillosa.


—¿En serio? —preguntó Paula mirándola con los ojos como platos.


—Sí, pero es un secreto. Esta noche está llena de ellos, así que no digas nada y disfruta. ¿De acuerdo?


—¡Sí! —Paula abrió los brazos, muy contenta. Y se miró las manos con las que llevaba toda la semana escarbando en la tierra—. Mira qué uñas.


—Eso lo arreglo yo —dijo Lara. 


Brenda se despidió.


—Entonces, hasta luego.


Fue lo más parecido a lo que Paula creía que sería prepararse para casarse. La vistieron y peinaron. No había joyas para acompañar el vestido, pero era tan llamativo que no las necesitaba. Al acabar, se miró a un espejo de cuerpo entero. La transformación era completa. Paula Chaves había dejado de existir. La persona que veía era otra, y se moría de ganas de llevarla al salón de baile.


—¿Qué te parece? —preguntó Pedro desde la puerta, vestido de esmoquin.


—Disculpen —dijeron sonriendo quienes habían transformado mágicamente a Paula, antes de salir de la habitación.


—Me parece un cuento de hadas. No volveré a hablar mal de Cenicienta. Pero he de confesarte una cosa. Ya sabes que no sé nadar.


—Sí.


—Pues tampoco sé bailar el vals.


Él rió y ella se lanzó a sus brazos. Él la abrazó y apoyó la cabeza en su cuello. Ella notó su respiración agitada y los acelerados latidos de su corazón.


—Te he echado de menos, Paula. No te imaginas cuánto.


—Puede que me lo imagine —se había matado a trabajar para no pensar en él—. Yo también te he echado de menos —suspiró—. Deseo el futuro que te imagines para nosotros, sea cual sea. Quiero estar contigo.


—Y yo deseo todo lo que puedas darme —él la soltó y retrocedió unos pasos al tiempo que se sacaba un estuche de terciopelo del bolsillo—. Era de mi bisabuela. Me lo han mandado de Inglaterra. Cuando vayamos allí, te va a encantar. Hay muchos jardines.


Abrió el estuche y se lo tendió con ambas manos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario