viernes, 10 de octubre de 2025

Eres Para Mí: Capítulo 67

 —¿Jugamos a conducir un camión?


Pedro se incorporó apoyándose en un codo justo en el momento en que el gato se despertó y comenzó a lavarse la cara.


—¿Cómo se juega?


—Buscamos un camión vacío, nos montamos y fingimos que conducimos, aunque también puedes darme una clase de conducción.


—Tienes nueve años.


—Pero ya casi llego al embrague.


—Catalina, ¿No te he dicho que no molestes al tío Pedro? —Brenda se quedó en el umbral de la puerta.


—Me dijiste que no lo despertara, pero estaba despierto. Y ha secuestrado a Fluffy Wuffy.


—Eso no es verdad —protestó él—. Llévatelo.


—Paula acaba de llamar —dijo Brenda—. Me ha dicho que te había llamado.


—Estaba dormido.


—En su contrato se especifica que alguien debe hacer una inspección definitiva a la sexta zona. Yo he hecho la de las cinco primeras. ¿Te encargas tú? Podrías llegar esta tarde en helicóptero. Me ha dicho que la sexta es la preferida de su equipo y también la de ella. Tiene un talento increíble.


—Dile que anulamos esa cláusula del contrato y que lo damos por finalizado.


—Brenda le pegó en la cabeza con una almohada—. ¡Cuidado con mi cabeza!


—Levántate y se lo dices tú. Catalina, llévate el gato a la cocina y dale de comer. Y quédate abajo hasta que llegue yo.


Sorprendentemente, su hija aceptó sin rechistar. Pedro se sentó y se colocó la almohada detrás.


—¿Hay algo que quieras decirme? —nunca había visto a Brenda tan enfadada.


—Sí, llevo queriendo decírtelo hace tiempo. Deja de compadecerte de tí mismo. Levántate y vete a hacer la inspección del trabajo que comenzó como un proyecto tuyo. Y alaba a Paula por el buen trabajo realizado, del que se encargó porque se lo pediste.


—En primer lugar, Paula se ha beneficiado de mi mecenazgo, por lo que no le debo nada —afirmó Pedro con frialdad—. Y en segundo lugar, no creo que sea asunto tuyo decirme cómo debo dirigir la empresa —claro que la mitad de las cabañas eran de ella y estaban juntos en el negocio.


Brenda lo fulminó con la mirada.


—Te lo digo con todo el cariño del mundo: eres idiota.


—¿No recuerdas que soy un playboy? Una mujer no puede esperar de mí nada más que una breve aventura. La elijo, la conquisto y se acabó —era indudable que diciendo semejante barbaridad conseguiría que Brenda se fuera.

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