viernes, 10 de octubre de 2025

Eres Para Mí: Capítulo 66

Por primera vez en la vida había permitido que su cuñada lo llevara a Jeddah Creek. Aunque ya no era su casa, conservaba los recuerdos de su infancia. La idea de escalar Kangaroo Point solo había servido para que todos comprobaran su fragilidad física. La empresa se había resentido. Se había alejado de sus amigos porque ansiaba estar solo. Incluso había intentado alejarse de Federico y Brenda, pero ellos se lo habían impedido. Agradecía que se esforzaran en que se sintiera parte esencial de la familia, pero lo que verdaderamente deseaba era tumbarse en la cama con Paula, tomarla de la mano y decirle: «No logro ser quien era. Tengo que crear un nuevo yo, pero, por primera vez en mi vida, me siento cansado». Pero ¿En qué quería convertirla?, ¿En su enfermera?, ¿En el chivo expiatorio de sus frustraciones? ¿Qué clase de persona sería si le hacía eso a alguien a quien…? Al alguien a quien amaba. Era preferible estar acostado a oscuras y fingir que hacía lo que el doctor le había mandado, descansar y relajarse, cuando, en realidad, estaba cayendo en una profunda depresión. La puerta del dormitorio se abrió, pero él siguió con los ojos cerrados. Brenda no habría entrado sin llamar a la puerta. Federico no estaba en casa.


—Tío Pedro —susurró una vocecita—. ¿Estás despierto?


—Sí.


—¿Te estás escondiendo?


—No, ¿Qué pasa?


—¿Has visto a Fluffy Wuffy?


¿El terror gris? ¿La pesadilla de su hermano? Se hallaba profundamente dormido en la cama, apoyado en la pierna de Pedro, pero estuvo tentado de decirle que no lo había visto.


—Está aquí.


—Duerme mucho —afirmó Catalina—. Igual que tú.


—Sí, tengo que descansar y relajarme.


—Mamá dice que, aunque tengas mejor aspecto, no estás mejor —se acercó a la cama y acarició al gato.


—Tiene razón.


—¿Ya no volverás a ver bien?


¿Había oído a Brenda hablar de ello o había llegado a esa obvia conclusión observándolo?


—No, pero soy rebelde, y un día construiré un ojo robótico que vea por mí.


—Yo también voy a ser rebelde —afirmó la niña y Pedro sonrió.


No tenía duda alguna de que su sobrina pondría a prueba sus límites toda su vida. Como heredera de miles de millones de dólares, ¿Al hacerse adulta lamentaría que la gente la considerara una fuente de ingresos, una vía hacia la riqueza y una buena posición social? ¿O se alejaría de los demás, como había hecho él? ¿Encontraría a las Paula de este mundo sin tener que hacerlo con el cuerpo destrozado? Eso esperaba.

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