—Muy bien, pero el dinero que Murray te mandaba no es un hecho que carezca de importancia. Por aquel entonces, no tenía tanto como para irlo repartiendo alegremente.
Ella se mordió la lengua para no espetarle palabras hirientes. «Él no tiene la culpa. No le digas nada que lo pueda herir. Dile lo que realmente quieres decirle».
—Siento que veas esta faceta de mi personalidad. Soy una amargada y una desagradecida, y me importa un bledo el dinero que me regalara por mi cumpleaños. ¿Por qué no me dijo nada mi madre? No quería que supiera nada de él, y él no quería saber nada de mí —las lágrimas comenzaron a rodarle por las mejillas—. Me traicionaron.
—Los sentimientos son muy complicados. Para algunos, entre los que me incluyo, la forma de enfrentarse a ellos es huyendo para estar solo. Deberías hablar con Brenda sobre lo de refugiarte en tu habitación. Ella lo estuvo haciendo durante años.
La hermosa y traumatizada adolescente se tuvo que obligar a salir de ella para hacer fotos y mandárselas al prisionero que le había salvado la vida. Paula conocía la historia.
—No voy a estar años encerrada en mi habitación, a causa del comportamiento de mi padre.
—Si te parece bien, te acompaño a la habitación.
—No es buena idea.
—¿Por qué?
—Porque probablemente te empujaré dentro y, con total desvergüenza, te pediré que me hagas olvidar a mis padres y que me hagas sentir deseada.
—¿En serio? —preguntó él con los ojos brillantes.
De repente, Paula notó que no podía respirar y que no era porque fuera a romper a llorar.
—Pues encantado de poder servirte de ayuda. De hecho, como buen caballero, insisto en hacerlo.
Y ella iba a aceptar el ofrecimiento. Le daba igual que fuera su cliente. Lo deseaba; mejor dicho, lo necesitaba. Y Paula se lo merecía. Pedro solo quería ayudarla. Creía, sinceramente, que las investigaciones que había llevado a cabo y la información que había reunido la ayudarían. No se le había ocurrido que pudieran hacerle daño. Y ahora solo quería arreglarlo. Entraron en la habitación en silencio. Pedro la abrazó y la besó en los labios. El beso comenzó siendo una disculpa y una forma de consuelo, pero bastó la apasionada y desinhibida reacción de Paula para que él perdiera el control y se transformara en otra cosa.
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