lunes, 13 de octubre de 2025

Eres Para Mí: Capítulo 71

 —¿Te has dedicado a matar demonios últimamente? —preguntó ella en tono ligero, aunque no era una pregunta cualquiera: dirigía la conversación hacia el terreno personal. 


—No, ¿Y tú?


—He contratado a mi hermanastro a tiempo completo. Trabaja mucho y todo va bien. Y he ido a casa de mi padre a comer con toda su familia. Todos fueron muy amables, incluso la perra que tienen, que está preñada. Creo que dije que me quedaría con uno de los cachorros. Para serte sincera, no estoy segura de lo que dije. El miedo al rechazo me hace hablar sin pensar lo que digo. Como ahora, por ejemplo.


—¿También te has puesto en contacto con tu padrastro?


—No, es muy arriesgado. Ahora se dedica a beber. Ahí no voy a entrar. 


—Haces bien.


—Tengo un instinto de conservación muy desarrollado, a diferencia de otras personas. 


Él se merecía esas palabras.


—¿No te gustaría que pudiéramos volver a la tienda de campaña simplemente a hablar? —preguntó ella—. A mí me encantaría, porque entonces fuimos sinceros sobre lo que necesitábamos y no nos importó mostrarnos vulnerables.


—Fue maravilloso.


—No dejo de preguntarme qué debo decir o hacer para que sepas lo mucho que te respeto —él se quedó inmóvil y ella respiró hondo—. Estoy locamente enamorada de tí, pero creo que no te lo dije la última vez que hablamos. Me pregunto si no te has dado cuenta, ya que tu vista no es la que era. ¿Necesitas ver que me ilumino como el puente de la bahía de Sídney cada vez que te veo?


 A él le encantaría verlo.


—Deberías preguntar a mi equipo cómo reaccioné al enterarme de que habías tenido un accidente escalando. No dejaba de dar vueltas con el móvil en la mano intentando hablar contigo. Ya sabía que eras bueno y generoso y que me sentía bien estando a tu lado, pero ese día me dí cuenta de que lo mucho que deseaba tener el derecho de estar contigo para ayudarte.


—Solo quieres que alguien te necesite. Y me niego a ser tu paciente.


—Ya lo había pensado —se puso a la defensiva cruzándose de brazos—. Es otro de los demonios a los que me he enfrentado, porque, en efecto, me gusta sentirme necesitada. Al ayudarte cuando estabas herido me pareció que estaba haciendo algo valioso. Y después hiciste lo imposible para que me sintiera bien siendo yo misma. Me convenciste de que tenía mucho que ofrecer, así que aquí estoy, intentando ganarme tu atención y tu amor. 


Volvió a respirar hondo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario