jueves, 9 de abril de 2015

Una Llamada Inesperada: Capítulo 14

-No he pedido tu opinión.
 -Por eso no duermes, porque anhelas encontrar a una compañera.
-Maldita sea -Pedro hizo una mueca-, baja la voz. ¿Has estado leyendo el Cosmopolitan o algo por el estilo? -gruñó-. Ya te lo he dicho, el matrimonio no es para mí -quería tener la mente centrada solo en el trabajo. Su amigo de la academia había sido uno de los mejores, hasta que encontró a su «compañera- y comenzó a cometer graves errores. La última vez que lo había visto, estaba desempleado, divorciado y amargado.
Las experiencias personales de Pedro eran menos dramáticas, pero estaba cansado de las mujeres insípidas que parecían decididas a abrirse paso en su vida sin importarles lo que él sentía. Aunque era más grande que la media de los hombres, era más inteligente de lo que sospechaban casi todas ellas.
Marcos dio otro mordisco a su sandwich. -Lo único que digo es que con un trabajo tan estresante como este, necesitas tener un cuerpo cálido al que volver todas las noches. Alguien que te recuerde que no todos en el mundo son unos delincuentes. Después de dieciocho años, Louise y yo lo hacemos todos los viernes. Bueno, salvo por las dos veces que estuvo ingresada en el hospital después de que nacieran los chicos.
-No sabes lo poco que deseaba oír eso. y no hables con la boca llena, por todos los cielos.
Marcos se limpió los labios con una servilleta de papel.
-Me preocupa lo que haces con tu vida. No tienes por qué ofenderte.
-Marcos, me gusta estar soltero.
Su compañero meneó la cabeza y soltó el aire.
-Hijo, algún día aprenderás que no siempre podemos tener las cosas tal como nos gustan.
Pedro tiró media hamburguesa a la papelera mientras intentaba no pensar en la voz seduc- tora de Paula. "No llevo braguitas" Eso le había gustado.
-¿Cómo va el caso del robo Fleming?
Marcos se movió en el asiento, ajeno a la estrategia de Pedro de cambiar de tema. Alzó un trozo de papel con una mancha de mayonesa en una esquina.
-He recibido un soplo para ir a comprobar una casa de empeño para algunas de las joyas que faltan.
Pedro aceptó el papel sin prestar atención a la mayonesa y se puso de pie.
-Le echaré un vistazo.
-¿Quieres que te acompañe? -Marcos se incorporó a medias.
-No, nos vemos más tarde. Antes de salir de la comisaria, se detuvo en los vestuarios para cepillarse los dientes. El pequeño espejo cuadrado reflejó unos pómulos acentuados y el pelo claro parecía más revuelto que nunca, a pesar de sus esfuerzos por mantener a raya los rizos. Maldita humedad. Pero por una vez sus ojos oscuros no estaban enrojecidos. El insomnio persistente lo había afectado más de lo que se había dado cuenta, dejándolo inquieto, irritable y susceptible de comportarse de una forma que no era usual en él.
Como fingir ser el novio de una mujer que era más apasionada que ninguna de las mujeres con las que había salido.

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