-¿Encontró al propietario del perro?
La voz no sonaba del todo amistosa, pero al menos parecía normal.
-Llamé, pero Crash no era el suyo. –
-¿Crash?
-Pensé que lo mejor era darle un nombre, ya que quizá se quedara un tiempo en mi casa.
Movió el tubo para facilitar el paso de la sangre.
-¿Eso le plantea un problema de espacio? Pasaron unos segundos hasta que él se dió cuenta de que Paula mantenía una conversación.
-Hmm, no, mi casa es vieja, pero bastante grande. y vivo solo.
-Oh.
-¿Vive sola?-preguntó.
-Eso no es asunto suyo.
-Me refería a si vivía con su familia.
-No.
-¿Tiene familia numerosa? -costaba sacarle las respuestas.
-Una hermana, dos sobrinas, viven en Denver -Pedro guardó silencio con la esperanza de que se explayara-. Mi padre murió hace varios años, pero aún tengo a mi madre. La mayor parte del tiempo vive con mi hermana.
Pareció melancólica y él pensó en todos los momentos alegres y tristes de su vida que jamás tendría la oportunidad de compartir, la risa y las lágrimas que jamás podría presenciar. Paula Chaves lo hacía sentir posesivo, de un modo noble, desde luego. Bueno, quizá no todas sus intenciones fueran nobles.
-¿y qué me dice de usted? -inquirió ella.
Pedro parpadeó, tan perdido en sus asombrosos ojos azules, que había olvidado de que
hablaban.
-¿De mí qué?
-¿Tiene una familia grande? -suspiró, como si fuera tonto.
-Un hermano y cuatro hermanas, diez Sobrinas y sobrinos-
-Vaya.
Tomó la respuesta escueta como una invitación para proseguir.
-Mis padres viven y disfrutan de salud en Virginia. Los hijos nos hemos diseminado por el país, pero intentamos reunirnos al menos una vez al año.
-Eso es agradable --comprobó la bolsa-. y ya ha terminado de dar sangre... en un tiempo récord.
Estupendo. Justo cuando quería pasar tiempo con ella, había establecido un récord para donar sangre.
Con dedos precisos ella quitó el catéter y le entregó una gasa para que apretara sobre el punto de entrada mientras terminaba de apuntar algo en el historial.
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