domingo, 12 de abril de 2015

Una Llamada Inesperada: Capítulo 31

Si se hubiera detenido para respirar, ella se habría defendido. Sin embargo, cuando terminó el discurso, solo se disculpó y prometió que el episodio no se repetiría.
-Si sucede de nuevo -advirtió él-, será despedida de inmediato.
Sus ojos corroboraron la amenaza. ..nada de indemnización, ni carta de recomendación ni fiesta de despedida. Giró en redondo  y se marchó. Paula tragó saliva. Las segundas oportunidades en su profesión eran raras, y no pensaba estropearlo. En ese momento se sintió irritada con el oficial Alfonso por haberla  puesto en esa situación. ..y por meterse en su cabeza la noche anterior mientras Tomás y ella se... divertían-
El recuerdo aún le brindaba calor. Tal vez Tomás fuera el hombre con el que podía explorar sus fantasías, todas ellas. Sonrió al pensar que era alguien como ella, que presentaba una fachada estoica al mundo, cuando en lo más hondo de su ser también él buscaba a alguien que liberara sus pasiones.
Qué notable que se hubieran encontrado. No dejó de sonreír y asentir, tratando de soslayar la persistente imagen de la cara de Pedro Alfonso a centímetros de la suya después de haberla rodeado con sus poderosos brazos para salvarla de un trozo de bollo. Había salvado la vida de un perro y la suya en el espacio de unas horas. Era su trabajo. También ella salvaba vidas en urgencias, de modo que si el oficial Pedro  pensaba que estaba en deuda con él, ya podía esperar sentado. Apretó la mandibula y desterró su imagen de la mente.
Menos mal que el día pasó con relativa tranquilidad. Era de agradecer, ya que se había presentado voluntaria para extraer sangre en la campaña en el ayuntamiento. Estaría lista  para relajarse con Tomás por teléfono cuando llegara a casa. Un maravilloso efecto secundario de sus sesiones sensuales era el sueño profundo del que disfrutaba luego, a pesar de la temperatura sofocante que reinaba en su apartamento.
Salió del hospital a eso de las tres de la tarde. Se abanicó con un pequeño cuaderno de notas que encontró en el bolso, concediendo que las actividades de las hormonas también subían con la temperatura. Eso podía explicar por qué una mujer recatada como ella se comportaba de forma extraña, teniendo sexo telefónico con un hombre mientras fantaseaba con otro. Si no era un delito, resultaba, como mínimo, un pecado extravagante.
En el autobús se dirigió a su habitual asiento en el fondo, pero se detuvo al ver un cartel amarillo en un poste. .Perro perdido. Mezcla de razas, macho, pelo largo multicolor. Responde al nombre de Tralfaz». Paula hizo una mueca. ¿Tralfaz? No era de extrañar que el pobre animal huyera.
Después de apuntar el número que aparecía en el papel, frunció el ceño al ocurrírsele un pensamiento. La comisaría se hallaba a una manzana de distancia del ayuntamiento. Quizá de paso pudiera entregarle el número al oficial Alfonso. Probablemente había llevado al perro aun refugio para animales, pero bien podía realizar el esfuerzo... solo por el perro.
Nunca antes había estado en el interior de una comisaría.

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