miércoles, 8 de abril de 2015

Una Llamada Inesperada: Capítulo 11

Pedro intentó sentarse y tiró el teléfono y - otras cosas de la mesita de noche. Bajó los pies al suelo. Había visto, hecho y oído un montón de cosas durante sus años de policía, pero eso era una novedad. Sin saberlo, la mujer había realizado un servicio público.
Ese había sido uno de los peores días que podía recordar. Por suerte, no había habido
ninguna muerte, pero había respondido aun excesivo número de llamadas de violencia doméstica; los perpetradores parecían cada vez mas jóvenes. Se habla hecho policía en
parte porque quería legarle un mundo más seguro a sus sobrinos, y en parte porque consideraba que ser un agente de la leyera el mejor modo de usar la fuerza física y la disciplina mental que le había concedido Dios. Pero había subestimado la maldad con que la gente se trataba, en especial entre miembros de una familia.
Todos los policías experimentaban momentos en que no querían levantarse para ir a trabajar y él había albergado esos pensamientos al acostarse. y aunque el cuerpo le hormigueaba con fatiga muscular, su espíritu cantaba con una vitalidad renovada. Decidió que debía ordenar sus prioridades y encontrar a una buena mujer, quizá entonces no tuviera que cargar  siempre con la miseria que se encontraba a diario y puede que así no se sintiera tentado aro bar un orgasmo destinado a otro hombre.
La conciencia lo azuzó, pero, ¿qué podía hacer ya? .Nada», decidió con celeridad, levantandose  y yendo al cuarto de baño. Podía catalogar la llamada de teléfono como una experiencia única en la vida. Al día siguiente  Paula y Tomás, quienes quiera que fueran, se reirían cuando se dieran cuenta de que ella había alcanzado un orgasmo con un número equivocado.
Se apoyó en el lavabo y se mesó el pelo revuelto, pensando en la voz tímida de su des- conocida pareja. ¿y si ella se sentía humillada y guardaba el secreto? ¿y si le preocupaba cuál podía ser la identidad de la persona con la que había compartido una experiencia tan íntima?
.No». Se echó agua fría en la cara y luego regresó a la cama, incapaz de contener una leve sonrisa y un gran bostezo al apoyar la cabeza sobre la almohada. Una cosa tenía clara. Esa noche ya no padecía insomnio.

-¿Cómo fue?
-Paula se sobresaltó al oír el sonido de la voz de Cecilia por encima del hombro, luego le sonrió con timidez a su amiga. Oficialmente, ya era una chica mala. La vida era estupenda. -Cecilia chasqueó los dedos varias veces.
 -Vamos, estabas tarareando, por el amor del cielo.
Paula miró los gráficos que estudiaba y ,luego la hora.
-Tengo un descanso. ¿Quieres que vayamos a tomar un café?
-Claro.
Al salir le comunicó a la recepcionista que se ausentaría diez minutos.

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