Los llevaron al hotel y de verdad era bellísimo, no solo por fuera como también por dentro, cada decoración era divina, antes de entrar a la habitación, Pepe la cargo, quería llevarla así como en las películas, hasta la cama, era tan levita, tan preciosa, sería una larga noche, la deseaba muchísimo, la depositó en la cama y volvió a cerrar la gran puerta. La habitación estaba decorada para los dos, había ya una champaña helada con dos copas, la cama era enorme y podía dormir diez ahí, afuera en la sacada había una gran bañera llena de burbujas bajo la noche hermosa.
-Creo que quiero empezar por acá. – dijo Pau poniendo las manos en las burbujas de la bañera. – Se ve tan lindo.
-Si, maravilloso… - él estaba más interesando en su cuerpo que en donde harían el amor primero, lo que de verdad importaba ahora es que quería en todas partes.
Se acercaron despacio, primero dando las manos y luego rozando los labios en el del otro, poco a poco los abriendo empezando un beso intenso, apasionado, divino, que abriría la puerta de la intimidad aquella noche. Él le dio la vuelta, para que quedara de espalda, llevó sus labios para su cuello, succionándolo y dejando pequeñas marcas, la acariciaba por arriba del vestido, era tan suave la tela que lo excitaba, Pau tenía los ojos cerrados, era lindo sentir el aire de la noche y saber que las únicos testigos eran las estrellas y la luna.
-Te amo mucho. – le susurró él cuando besaba aun su cuello, la espalda de Pau pegada a su pectoral era divinamente placentera, diseñaba con sus manos su cuerpo, su silueta, el contorno de sus pechos redondos sobre el vestido, de su cintura fina y de su cuadril divino, todo, todo era especial aquel momento, como si jamás hubieran hecho algo así, como si estuvieran se conociendo ahorita. – Aun no entiendo porque me vuelves tan loquito. – él no vió pero ella mordió el labio interior cuando escuchó lo que le dice, y empezó a bailar, al ritmo de la canción que tenían en sus mentes.
Poco a poco Pepe fue abriendo el cierre del vestido de Pau, despacio y en cada centímetros le regalaba un suave beso en la espalda, que la hacia estremecer, podía ver que su ropa intima era divina, con riendas, así podía ver un poco su sostén, de color violeta, mientras bajaba el cierre él también hacia con los besos, hasta se arrodillo al suelo, el vestido se cayó al pecho de Pau y allí él se detuvo, sin bajarlo, solamente besando donde su espalda cambiaba de nombre.
Paula se volteó también y vió a Pepe mirándola desde abajo, como a él se arrodilló, estaban los dos a la orilla de la bañera, ni siquiera habían tomado el champaña, y no necesitaban alcohol para una noche maravillosa.
-Bésame. – pidió ella, la verdad le ordenó, y se besaron, salvajemente, las manos de Pau desabrochaba con desesperación los botones de la camisa de Pedro, la quitó rápidamente y luego empezó a abrir el pantalón, lo quería desnudo, necesitaba sentir su piel con la de ella. – Te deseo chiquito, te deseo.
Ella lo dejó completamente desnudo en minutos, beso todo su cuerpo mientras él solamente disfrutaba de sus besos, de sus labios cálidos, de sus gemidos. Pau llegó en su mas intimo, besándolo despacio, suavemente para luego ponerlo en la boca, succionándolo, pero algo sentía que no estaba cierto, pero antes de poder seguir, Pepe levantó su cabeza, besando de nuevo sus labios, comiéndolos, a la vez quitándole el sostén y aventándolo lejos.
Podía estar horas en sus pechos, en sus pezones, mordiéndolos y viendo como ella disfrutaba, como ella gemía, como le excitaba todo eso, mientras apretaba uno, con unas de sus manos terminaba de quitarle el vestido, dejándola solamente con una chica tanta, jamás la había visto tan sexy, tan linda, tan deseosa. La levantó con cuidado y la puso en la bañera llena de burbujas, entrando en seguida, era tan excitante aquel lugar, tan especial, podía estar toda la vida ahí con ella, no quería imaginar como seria estar en Cancún con la mujer de su vida, su esposa.
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