domingo, 1 de noviembre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 67

-Mi esposa. – le dijo mientras intentaba sacarle la tanguita, para sentir su intimidad mejor. – Mia y de nadie más. – no dejaban de besarle, mientras exploraban con las manos cara rincón, cada poros de la piel y del cuerpo. – Te voy hacer mía como jamás te hice. – a ella le encantaba escuchar esas cosas, no solo la dejaba más loca, como también era una prueba de amor.
Cuando logró quitarle la tanga, le penetró un dedo, sabía que ella lo deseaba y así era, bueno, deseaba tener ahí otra cosa, pero eso bastaba por ahora, por su vez ella lo pajeaba, haciéndolo gemir, estaba tan dura y bueno…
-Soy toda… tuya. – dijo ella arqueando el cuerpo. – Te amo Pepe. – dejo de tocarlo y quito su mano de ella, ahora estaba lista para recibirlo y lo haría.
Se sentó en las piernas de Pedro, acomodándose y acomodándole dentro de ella sintiéndolo bien adentro, sin hacer ni siquiera un pequeño movimiento, estuvieron un rato así solo disfrutando y sintiendo el calor del otro, el calor de la intimidad. Paula empezó a galopar despacio, gimiendo, ahí podía gritar y hacer lo que quería, no tenía a sus chiquitas cerca ni a nadie que pudieran escucharlos, podía por fin ser una sinvergüenza en la cama junto a Pepe, a parte, todo valía allí, era la noche de boda.
Le tocaba a ella manejar las cosas, galopaba aun suavemente arriba de él, sus manos acariciando su musculoso pectoral, haciendo caras y bocas para provocarlo aun más, las burbujas tapaban sus pechos y su panza, pero era excitante eso, sentir todo mojado, sentir el olor a jazmines que tenía aquel lugar, el olor a sexo que salían de ellos ¿Qué más podían pensar en aquel momento? En nada, solamente que deberían complacer uno al otro, que deberían amarse y vivir el momento.
Las manos de Pedro en la cintura de Pau la ayudaba a galopar, más y más rápido, su clítoris rosaba en la piel de Pedro mientras hacia los movimientos y eso la estaba haciendo llegar al orgasmo, bueno, estaba dispuesta a tener muchos, muchos aquella noche.
-Huy… me… me estás matando. – dijo ella inclinándose a Pepe para besarlo, no podía estar mucho tiempo sin hacerlo, y para su alegría él la abrazó tomando el ritmo él ahora, haciéndolo demasiado rápido y a la vez haciéndola llegar al más hermoso orgasmo, el primero de muchos. – Ah… ah… - gritaba mientras su respiración volvía al normal y Pepe lo hacia más despacio.
Cambiaron mil y una vez de posición y en cada una era dos o más orgasmo que tenía, mientras Pepe hacia todo para aguantar, para disfrutar más y hacerla disfrutar más, estaban de cuatro ahora, pero aun seguían en la bañera, las burbujas entraban en la boca de Pau por estar abajo, pero no la incomodaba, las manos de Pepe apretaban sus pechos fuerte mientras hacia los movimientos, ella sabía que él estaba por terminar, lo conocía perfectamente, sus gemidos más y más fuertes, llegando a ser pequeños grititos algunas veces, y la velocidad que iba, la hacia ir al infierno y volver.
-Ya… - decía él dejando de apretar sus pechos para abrazar su cintura para que pudiera ir más rápido. – Ahhhh… Ahhhh.
Cuando llego al clímax Pau no pudo aguantar a llegar de nuevo, no solo por los movimientos y si por los gemidos de Pedro, oh, como le dejaba loca eso, muy loca y así llegando juntos al más hermoso clímax, o mejor, el más especial.

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